Canon EOS-1 Ds Mark II
© Canon
Ya desde hace un tiempo se rumoreaba que, en ocasiones, imágenes que estábamos seguros de haber captado con nuestra cámara digital réflex monocular, no aparecían en la tarjeta de memoria. Aunque algunos pensaban que se trataba de una “leyenda urbana” más, a mi, personalmente, me ocurrió durante la prueba de una de las primeras Canon EOS 300D, si bien lo achaqué a una mala manipulación por mi parte, debido al poco conocimiento (a la sazón) sobre ese modelo concreto.© Canon
Ahora, el pasado 20 de mayo, Canon (U.S.A.) ha colgado en su Web un comunicado, que, se mire como se mire, me parece bastante alarmante.
En el se indica que existen dos problemas distintos, aunque interrelacionados entre sí por la desaparición (irremediable) de imágenes durante su grabación sobre la tarjeta de memoria.
Uno de los problemas se produce sobre determinados modelos “DSLR” Canon independientemente de la marca de tarjeta utilizada y el segundo problema se produce concretamente sobre las nuevas tarjetas Lexar Professional 80x. Esta última incidencia ha llevado a Lexar a emitir su propio comunicado, de hecho un día antes del de Canon, el 19 de mayo.
© Lexar
Los modelos afectados por el problema con las Lexar Professional 80x son los EOS-1 DS Mark II, EOS-1D Mark II, EOS 20D, EOS 350D, Digital EOS Rebel XT (350D en U.S.A.) y EOS Kiss Digital N (350D en Japón). De los modelos actuales de EOS digitales no parece faltar ninguno…
Todos los modelos afectados por los problemas emplean tarjetas CompactFlash.
El primero de los problemas citados, que se produce independientemente de la marca de tarjeta empleada consiste en que si se pulsa el botón “DISPLAY” antes de que las imágenes que se encuentren en el “buffer” se hayan salvado sobre la tarjeta (en el modo RAW + JPEG), la cámara se bloquea, la pantalla de pone en blanco, y se pierden todas las imágenes del buffer. Casi nada.
Pienso que no tiene sentido establecer competiciones entre marcas a cerca de qué cámara es capaz de hacer “ráfagas” de tomas con mayor frecuencia de fotogramas por segundo, para un numero lo mayor posible de fotogramas, si luego tienen problemas para “digerir” esos archivos a través del buffer. Parece un gesto bastante legítimo y natural para un fotógrafo pulsar el botón de visualización de una imagen para verla en la pantalla, aunque haya realizado un ráfaga, por ejemplo en “bracketing”, por muestreo, y todavía parpadee la luz de "salvando sobre la tarjeta".
En el segundo caso, sobre las Lexar Professional 80x, algunas imágenes se pierden por las buenas, aunque “en casos extremadamente poco frecuentes”, según Canon. En su nota, Lexar añade …”y difíciles de reproducir”… refiriéndose a esas situaciones. O sea, en aragonés: que no se sabe por donde va el asunto.
También parece un tanto absurdo comercializar una tarjeta “80x” (nos habla de su rapidez), que en la práctica es incapaz de tragar todo lo que muerde.
Cada una de las compañías (Canon/Lexar), indica por su parte, que podrán ofrecer una actualización de firmware (un “parche”, vamos), para evitar el problema, para finales de mayo. Ignoro cuándo se han comercializado esas tarjetas, pero las cámaras llevan un buen tiempo en el mercado, y pueden fallar sobre todas las tarjetas…
En algunos países, como U.S.A., la legislación era bastante clara en los casos de conflictos con imágenes profesionales perdidas y no se lo que pasaría en el caso de que un fotógrafo profesional demandase a alguna de las dos compañías por las imágenes perdidas. Los tiempos han cambiado, y si en el caso de la fotoquímica y los laboratorios profesionales las cosas estaban claras, en estos tiempos de la lógica difusa, parece que todo vale.
En su nota, Canon aparece bastante contrita, si bien es España, de momento no hay comunicación oficial.
La verdad es que, si bien no se trata de “crucificar” a las compañías por esta situación, uno no puede por menos de… “hacerse cruces”.
Hace poco criticaba yo el hecho de que Nikon, para su nueva D50 recomendase exclusivamente determinadas tarjetas, y recibí por mi parte, críticas en en ese sentido. Si bien debo reconocer ahora que al parecer Nikon había realizado pruebas previas, lo que parece loable, mi crítica de fondo persiste: no parece de recibo que un usuario que se gasta entre 1000 y más de 5000 euros en una cámara digital réflex esté expuesto a estos sobresaltos.
La sensación que tiene uno es que estos productos (cámaras y accesorios), se lanzan al mercado sin hacer estudios de funcionamiento (pruebas beta) lo suficientemente profundos, y las pruebas beta las realiza el consumidor a costa de su bolsillo.
(*) Refrán aragonés
Canon EOS Rebel XT (version U.S.A. de la 350D)
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