Una vista de una de las salas © Valentín Sama
El título oficial de la exposición es "Con los ojos bien abiertos – 100 años de fotografía Leica", pero lo que allí se expone es el resultado de que hace aproximadamente 92 años los fotógrafos descubriesen las posibilidades de la Kleinbildfotografie, la fotografía con el formato miniatura "KB" de 24 x 36 mm introducido por la firma Ernst Leitz ya en cámaras de serie. (1)Si bien es falaz el argumento en el sentido de que "hasta entonces los fotógrafos solo podían usar grandes y pesadas cámaras de placas", pues ya existían numerosos modelos para formato medio de tipo "folding", especialmente ligeros y portables, el hecho de poder realizar hasta aproximadamente 36 disparos si recargar película y la gran profundidad de campo ofrecida por el sistema fueron determinantes para su éxito.
A ello se añadía el bajo precio del soporte, y no puedo dejar de sonreírme al haber leído por ahí –en algún diario de gran tirada– que la Leica en aquella época era una cámara "barata": un modelo estándar costaba el equivalente al sueldo de 458 horas de trabajo de un trabajador medio. Pero... sigamos.
La cronología de la historia de Leica con al menos dos errores de bulto... © Valentín Sama
Estamos ante una exposición simplemente magnífica, y casi seguro que los dos años que lleva recorriendo mundo antes de recalar en la tercera planta de Fundación Telefónica han servido al comisario Hans-Michael Koetzle para refinar y ajustar la maqueta. La disposición es –siempre en mi opinión– soberbia, con paneles de alto contenido didáctico y amplio espacio para la contemplación de las imágenes.
La exposición se adapta bien a la visita tanto por parte de los menos familiarizados con "el hecho Leica" como por parte de los más expertos. Quizá estos últimos necesiten de más de una de esas visitas para sacar todo el jugo a la muestra. Porque por un lado, se pueden encontrar allí las más típicas y tópicas imágenes, desde la del Che de Korda (ligeramente trepidada), pasando por la de “Railowsky” (“Behind the Gare St. Lazare”) fruto de un fuerte recorte del negativo por parte de Cartier Bresson, hasta la un poco cansina ya "del miliciano de Capa", por cierto una copia de época, nada menos...
La imagen y su cartela "camuflada" © Valentín Sama
Leyendo una cartela © Valentín Sama
En relación a esta última imagen citada, me da buen motivo para hablar del estupendo contenido de las vitrinas que trufan la exposición. En una de ellas, impresiona ver un ejemplar original de la revista LIFE. En la página de la derecha, la fotografía del supuesto Cerro Muriano ocupa todo el ancho de la misma, y el artículo comienza hablando del medio millón de muertos de la guerra fratricida española, al tiempo que en la página de enfrente, a la izquierda, un anuncio para una suerte de fijador-brillantina masculino ocupa un espacio equivalente...
Impresionante la revista LIFE de la época: muerte y publicidad © Valentín Sama
Lo de las copias de época –hay una buena cantidad de ellas, por cierto– me lleva al tema de la iluminación. En la sala está muy lograda y el vidrio de museo antirreflejos empleado en el montaje de las obras hace maravillas para poder disfrutar de las mismas.
Sin embargo, en la sala de Fundación Telefónica, al igual que en otras muchas de diversas instituciones, a la hora de ajustar la intensidad de la luz a los aproximadamente 40 Lux recomendados para obra original de las características mostradas, parece que se recurre al pobre sistema de "darle al reóstato" de lámparas de incandescencia: el resultado es una temperatura de color de aproximadamente 2.850 K, muy amarillento-rojiza, que priva de ver con la calidad de tono adecuada tanto las imágenes monocromas como –muy especialmente– las de color.
En la era de las fuentes de luz de tipo LED, en las que se puede regular la intensidad de forma independiente de la temperatura de color, ya va siendo hora de que nuestras salas de exposiciones se adapten a los tiempos.
Solo por las pequeñas joyas de Anton Stankowski merece la pena la visita © Valentín Sama
Personalmente, me gustaría destacaros dos o tres grupos de fotografías. Por un lado las de Anton Stankowski, de la primera época de Leica. Una pequeña maravilla de composición y de juego de luces y sombras. Atención en general a la calidad preciosista de las copias de los autores de esta primera época, que se sentían obligados a demostrar que el negativo KB miniatura de 2,4 x 3,6 cm podía competir en calidad con los de formato medio.
Que ese tema preocupaba mucho en Leitz lo demuestra otro de mis paneles favoritos, que al no ser "obra de autor" podría pasar desapercibido: una muestra de las pruebas que en fábrica se hacían, de combinaciones de película y revelador, con anotaciones adicionales primorosas de cámara y óptica utilizada e incluso época del año y tiempo reinante. Un detalle: la belleza de las imágenes rivaliza con la de las de los mejores autores.
A cada uno, lo suyo: mi panel favorito. Pruebas de película y revelador
En la muestra: Verano, Leica IIIf, objetivo Summarit 50 mm a f/8-11, película ADOX KB 17
Revelador Rodinal
Fotógrafo Erich Angenendt
Cada uno, evidentemente verá una muestra distinta y eso es bueno. Lo que en mi modesta opinión sería imperdonable, es no dedicarle al menos dos o tres horas a esta exposición. El catálogo por su parte, con un precio de 98 € queda un tanto "off limits", pero incluye alguna foto que no figura expuesta.
El documental acerca las formas de operar de distintos fotógrafos que trabajan o trabajaron con Leica –obviamente sin hacerle ascos a la cámara de gran formato– es tan interesante que el banco dispuesto al efecto se queda corto © Valentín Sama
(1) Existieron hasta 14 modelos de cámaras anteriores que empleaban película de 35 mm, pero no se fabricaron en gran serie
(1) Existieron hasta 14 modelos de cámaras anteriores que empleaban película de 35 mm, pero no se fabricaron en gran serie
Comentarios
El vidrio de useo antirreflejos hace maravillas. En la primera visita empleé dos horas y en la segunda, otro tanto.
Un abrazo