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¿De qué hablamos cuando hablamos de «grano fino»?: Algo Revelador

En este artículo abordo, de forma simplificada, el revelado de las películas fotográficas negativas en blanco y negro; no en lo que se refiere al proceso en sí –a su rutina– sino tratando de buscar, de entender, las razones por las que, a partir de una misma referencia de película –marca y tipo– se pueden conseguir muy diferentes resultados estéticos, sobre todo en lo que se refiere a la granularidad, o grano aparente, visible...   

Tanques y espirales en acero inoxidable. Raros de encontrar, menos amigables para cargar, pero los mejores desde todos los puntos de vista de dinámica de fluidos, térmicos (baño en cubeta), mínimo gasto de volumen de productos de procesado, limpieza... mis preferidos © Valentín Sama

Todo un mundo bastante «atmosférico» que justificaría de sobra el revelado personalizado por parte del fotógrafo. Algo que es único y consustancial a la película fotográfica en blanco y negro.

Advertencia: este artículo está cargado de mi opinión personal en base a mi experiencia, y bajo ese criterio debe ser considerado.

Nota: como cualquier producto químico, los reveladores y sus componentes deben ser manejados con precauciones a fin de no inhalar polvo o vapores, evitando el contacto con la piel y los ojos. Sigan siempre las instrucciones de seguridad del fabricante.

Todo está en los libros

En su libro «The Darkroom Cookbook» (1) Stephen G. Anchell hace lo que considero una interesante clasificación de los reveladores para películas en blanco y negro:

  • Reveladores de Uso General
  • Reveladores de Grano Fino – Reducción de Grano
  • Reveladores Divididos y por Baño de Agua
  • Reveladores Extremadamente Compensadores
  • Reveladores de Grano Superfino – Reducción Extrema del Grano
  • Reveladores de Alto Contraste
  • Reveladores de Alta Definición – Refuerzo de la Acutancia
  • Reveladores de Bajo Contraste  – Para Películas de Alto Contraste
  • Reveladores de Bajo Contraste – Para Películas Pancromáticas
  • Reveladores para Bajas Temperaturas
  • Reveladores Tropicales
  • Reveladores Monobaño
  • Reveladores para Forzados
  • Reveladores al Pyrogalol
El listado anterior nos ofrece buenas pistas acerca de la –en principio– importante influencia que podríamos ejercer sobre las características de la imagen, pero debemos tener claro de entrada que no existe una «fórmula mágica» y que cada una de ellas –sobre todo las más extremas– tendrá, muy probablemente, un efecto «colateral» no deseado.


También, por otra parte, que «la película manda», y dependerá de sus propiedades intrínsecas el poderlas modular más o menos mediante el tipo de revelador y la técnica aplicada.
Hace poco llegábamos a la conclusión de no son tantos los tipos de película B/N disponibles en el mercado... ¿serán tantos y tan distintos, pues, los reveladores comerciales disponibles? Aquí nos encontramos con un aguzado escollo: son muy pocas las fórmulas de los reveladores comerciales reconocidas por sus fabricantes, aunque –afortunadamente– bastantes son conocidas.
En el artículo de hoy me ocuparé más particularmente de los de «Uso General» y su relación con los de «Grano Fino». Y además, claro, ¡prepárense: hablaré del Rodinal, faltaría más!

Lo primero que tendríamos que plantearnos sería: ¿qué hace, cómo funciona un revelador? Ya os avisé que este artículo tenía un fondo básico... así que simplificaré bastante.


Representación de un germen de imagen latente


El Revelado

No voy a hablar aquí del fenómeno de la imagen latente por la exposición de la película a la luz –tema apasionante y complicado en sí– sino acerca de la forma de hacer químicamente visible esa imagen latente: el revelado. Hermosa palabra.

La acción del revelado obedecería a esta bella –por su simplicidad– fórmula de óxido-reducción:

Ag+ + e = Ag
En la que:
  • «Ag+» es un ion del bromuro de plata correspondiente a un germen de la imagen latente consecuencia de la exposición (oxidante) (2)
  • «e» es un electrón cedido por el agente revelador (reductor)
  • «Ag» es ya plata metálica... tenemos imagen visible
En teoría,  los reveladores serían muy sencillos de formular pues los agentes reveladores existentes en sí son casi infinitos y fáciles de conseguir. (3) Sólo tendríamos que tener dos factores claves en cuenta:
  • Por lo general, la acción de esos agentes se desarrolla correcta y principalmente en un medio de pH relativamente elevado (alcalino): tendremos que añadir un álcali
  • Los agentes reveladores se oxidan con facilidad: deberíamos añadir un antioxidante
¿Os parece muy complicado? No necesariamente: de hecho existe una fórmula clásica de Kodak, el revelador D-23 que lleva tan sólo dos componentes:
  • Agente revelador: Metol (7,5 gramos)
  • Antioxidante: Sulfito Sódico anhidro (100 gramos)
  • Agua hasta 1.000 cc
La combinación de esa cantidad de Metol con los 100 gramos de Sulfito Sódico ofrece un pH suficientemente «amigable» para la reacción. Sencillo ¿no?

Un paquete muy antiguo de revelador Kodak Microdol-X para «grano muy fino». Hace décadas, los reveladores en polvo venían en bolsas separadas, para mejor conservación de los componentes, y algunos todavía lo hacen. ¿Adivinan Uds. lo que contiene la bolsa B? ¡Exacto, Sulfito Sódico!... y alguna cosilla más, ya que oficialmente no se publicó la fórmula de este revelador de Kodak, pero ahí hay 130 gramos... © Valentín Sama

Obviamente, es muy probable que un revelador lleve algún componente adicional, como puede ser un «restrainer» o antivelo, soluciones tampón, etc., también pensando en el uso repetido, la utilización comercial y la estabilidad en almacenamiento. Desde un punto de partida conceptual tan sencillo como el anterior, ya podemos sofisticar, «complicar» las fórmulas para conseguir todas las especialidades que cita Stephen Anchell. Obviamente, reveladores comerciales etiquetados como para «forzados», «grano fino», « compensadores», etc., llevarán componentes distintos o adicionales más o menos  complejos a fin de otorgarles ese carácter especial.

Según Pierre Glafkidès, un revelador genérico típico obedecería a una fórmula, por litro de:
  • Agente revelador: entre 5 y 7,5 gramos (p.ej. Metol, Hidroquinona, Fenidona, etc.)
  • Álcali: p.ej. 2 gramos de Bórax, o 25 gramos de carbonato sódico anhidro
  • Antioxidante: p.ej. entre 25 gramos y 100 gramos de Sulfito Sódico anhidro
Luego veremos, más adelante, que el Sulfito Sódico es un componente clave, muy interesante y que actúa –según su concentración– como un agente doble de carácter un tanto secreto. De hecho, el Sulfito Sódico es un conservante alimentario permitido, conocido como «E221». (4) Pero, antes de entrar «en faena reveladora» tenemos que analizar la estructura de nuestro material de base: la película.

La estructura de las películas: grano y granuaridad

Tal como indica Pierre Glafkidès en su obra «Química Fotográfica» (5), no podemos olvidar  que: ...«la imagen visible obtenida es discontinua, pues está formada por puntos independientes dispersos o próximos según que la luz [que haya impresionado la emulsión] haya sido débil o intensa»...

Nada mejor que observar una imagen, al microscopio electrónico de barrido, de una emulsión antes de su revelado, dispuesta a ser expuesta a la imagen que le vuelque un objetivo. Seguro que os resulta familiar de artículos anteriores.


Se trata de granos de sales de plata, dispersos en gelatina transparente. Para mayor capacidad de ilustración, observemos que parece ser que la luz proveniente del objetivo incide de arriba a abajo.

Al tratarse de una emulsión de grano «clásico», los granos son de formas y tamaños irregulares.
Lógicamente, cada grano de sal de plata, sólo podrá registrar fotones –esos cuantos de luz– en la superficie expuesta hacia su dirección de incidencia.

Por cuestiones cuánticas –aquí hace falta un poco de fe, pues no podemos extendernos mucho– la sensibilidad global de una emulsión, dependerá de la cantidad de fotones que pueda recibir cada grano individual de la misma. Es lo mismo que ocurre en los captores digitales: si deseamos una alta sensibilidad, con un mínimo ruido, los fotodiodos individuales deben ser del mayor tamaño [superficie] posible. Ello acarreará densidades [resolución] inferiores para un tamaño de captor dado. En realidad, lo que desearían conseguir los fabricantes de captores es una estructura de reparto estocástico para sus fotodiodos (píxeles) similar a la de las emulsiones fotográficas.

Pronto entenderemos que –para una emulsión de grano clásico, arriba– ello implica necesariamente granos de gran tamaño.
De ahí que, para emulsiones de una tecnología dada, cuanto más sensibles deban ser, mayor habrá de ser el tamaño de sus granos y por ende, mayor la granularidad visible en la imagen final.
También entenderemos –para eso, como posibles productores, pagamos la plata– que la parte del grano que no ha recibido luz, la mayor parte de su volumen, es costosa plata desperdiciada, que disolverá y arrastrará el fijador... ¿o quizá no? Veremos.

El formato Barnack –24 x 36 mm– y la obsesión por el «grano fino»

La introducción comercial de la cámara Leica en 1925 supuso también el inicio de una revolución en los reveladores y las películas y ello debido a lo ridículamente pequeño de su fotograma de 2,4 x 3,6 cm frente a los formatos imperantes en la época, de 6 x 9 cm y 9 x 12 cm, con una superficie de fotograma 6,25 y 12,5 veces mayor respectivamente.

Las emulsiones disponibles, en rollos largos, de origen cinematográfico, pensadas para imagen en movimiento, no estaban calculadas para los requerimientos de los pequeños fotogramas de la Leica y a ello se sumaba que la pequeña cámara resultaba bastante irritante a otros fabricantes, que veían como una intrusa a la firma Leitz –fabricante de microscopios– en el mundo de la Fotografía. Como consecuencia, el ataque más fácil vino por la excesiva granularidad de las imágenes, que debían ser ampliadas de forma considerable a partir de esos negativos «Kleinbild» o «de pequeño tamaño».

Una Leica «Null» o Cero réplica (año 2004), original de fábrica y plenamente funcional. Antes de avanzar a un nuevo fotograma era necesario poner el tapón de cuero: de lo contrario, al no ser el obturador todavía «self-capping» se producía velado en ese fotograma. © Valentín Sama

La primera y pronta ayuda vino por parte de Perutz, que casi de inmediato creó la película «Perutz-Leica Special Film», pronto rebautizada como «Perutz Fine Grain Antihalo Film»: ¡se utilizaba por primera vez el término «grano fino»! En 1937 la «Perutz Pergrano» de ASA 10 obedecía a un nombre bien sugerente. Pero, de forma paralela se trabajaba sobre los reveladores...

Y de esa necesidad de reducción del grano visible surgieron productos tales como el Atomal (Agfa), Emofin (Tetenal), Ultrafin (Tetenal), Sease 3, Windish 665 (ofrecido por Perutz)... Más tarde vendrían el Microdol-X (Kodak) y el Perceptol (ilford), este último, todavía disponible.
De hecho, la irrupción del formato Barnack sobre película de 35 mm hizo que –desde entonces– incluso los reveladores de Uso General, sean –de facto– fórmulas «de grano fino». Menos el Rodinal. Pero... tranquilos, eso para más adelante.

El Sulfito Sódico: un interesante «Doble Agente»

Antes, hemos visto la fórmula del revelador Kodak D-23, una de las más sencillas, y ahora vamos a ver la del Kodak D-76, la que se considera «el metro patrón» de los reveladores (6).

Kodak D-76
  • Metol: 2 gramos (Agente revelador A)
  • Hidroquinona: 5 gramos (Agente revelador B)
  • Borax: 2 gramos (Regulador del pH)
  • Sulfito Sódico: 100 gramos (Antioxidante) (7)

¡Otra vez 100 gramos de Sulfito Sódico!... La principal función reconocida del Sulfito Sódico es la de antioxidante, para impedir que el revelador se degrade rápidamente, lo que podría ocurrir tanto en cubeta abierta como por la agitación en el tanque, y por descontado, en botellas no completamente llenas entre uso y uso.

Un paquete actual de Kodak D-76 junto a uno de hace unos 65 años. En sí, la fórmula es la misma que elaboró J.G, Capstaff en 1927 con unos pocos aditivos para que los cuatro componentes clave puedan ir en un mismo envase © Valentín Sama

Pero según fórmulas –ver Glafkidès– encontraremos concentraciones de entre 25 y hasta 100 gramos por litro de revelador. ¿Qué explicación puede tener que muchas fórmulas utilicen 100 gramos de Sulfito Sódico?
La explicación no es otra que... el Sulfito Sódico –como agente doble que es– ¡ejerce una segunda acción en la sombra aparte de la de agente antioxidante: a concentraciones por encima de los 50 gramos/l y por supuesto a la de 100 gramos/l, ¡actúa como solvente de las sales de plata! Interesante: vamos a ver lo que ocurre durante el revelado. Para ello, os recomiendo volver a visualizar la imagen creada al microscopio electrónico.

Así, mientras los agentes reveladores van convirtiendo la imagen latente a plata metálica y el Sulfito Sódico ejerce de antioxidante, al mismo tiempo va disolviendo gradualmente esos granos de plata, «mordisqueándolos», erosionámdolos, difuminándolos... ¿El resultado? Una menor visibilidad de cada grano como entidad diferenciada, y si así lo queremos llamar... ¡grano «más fino»!
No hace falta mucha imaginación para deducir que esa acción acarreará:
  • Una pérdida de nitidez de la imagen original (se difumina)
  • Una pérdida de sensibilidad efectiva, en menor o mayor grado, y que también disolvemos sales de plata antes de su conversión a imagen visible (8)
Un efecto colateral más positivo es que esas sales de plata disueltas, moderan en cierta forma la acción del revelado, haciéndolo más progresivo, más «dulce». Ahí, podemos comprobar que aquella plata que considerábamos «desperdiciada» por formar parte de la masa del grano no expuesta a la luz, ahora recupera un papel de «moderadora» de las reacciones; una suerte de «fuerza de paz», los cascos azules (no holandeses) de interposición.

He marcado en azul –sólo como ejemplo– cuatro granos de los que la parte de sus sales de plata no expuesta moderarán la acción del revelador a través de los solventes.

Pero, hablando de efectos colaterales: la mayoría de los reveladores comerciales de hoy en día, incluso los de «uso general» son en sí «fórmulas de grano fino», y debemos pensar que su uso sin más quizá no sea lo ideal para preservar la calidad de imagen producida por nuestros valiosos y costosos objetivos. Busquemos soluciones para tratar de evitar esas imágenes deslavazadas respecto a las generadas sobre la película originalmente por nuestras ópticas.

Primera solución: diluyamos

Este es el caso típico de aquellos que gustan de utilizar el Kodak D-76 o su equivalente de Ilford, el ID-11: en lugar de utilizarlos «puros» con la solución de «stock», utilizaremos diluciones de 1:1 o 1:3, ajustando los tiempos de revelado, naturalmente. Se trata de alternativas contempladas en las propias instrucciones del fabricante. De esa forma, la cantidad de Sulfito Sódico por unidad de volumen es menor, y por tanto menor también su acción solvente durante el revelado. El resultado será un grano «menos fino» pero una mayor nitidez de imagen; en puridad una menor pérdida de nitidez. Este tipo de dilución se utiliza a baño perdido.
En reveladores igualmente comerciales, de fórmula no pública, en presentación líquida altamente concentrada, como puede ser el Kodak HC-110, la pauta es parecida: a mayor dilución menor efecto solvente sobre el grano. Las diluciones para ese revelador van de la A –la más concentrada– a la F, la más diluida, pasando por la B (1+31), la más comúnmente utilizada.

Segunda solución

¿La adivinaron? Sí: utilizar, de entrada, una película de grano más fino. Quizá de ISO 100 o 200 en lugar de ISO 400 o –si la escena lo permite– de ISO 50, o incluso menores. A igualdad de valor de sensibilidad ISO también podemos optar por una película de alta tecnología, de tipo «tabular»: una de la serie T-Max de Kodak o de la serie Delta de Ilford. En todo caso, si tenemos que usar un revelador estándar también aplicaremos la técnica de usarlo –en baño perdido– más diluido, no en solución «stock».

Tercera solución

Utilicemos un revelador que en su fórmula no incluya solventes de plata o lo haga en cantidades casi «homeopáticas». Pero... ¿existe algo semejante?
Sí: es de tipo comercial y su fórmula data nada más y nada menos que del año 1.880 (9) y se llama Rodinal. Originario de Agfa y ahora comercializado por muchos fabricantes con nombres distintos por cuestión de derechos de la marca«Rodinal». Conocido por muchos y entendido por no tantos, es una de las pocas fórmulas puras que quedan, si acaso con la «POTA» (10).


Patente del Rodinal, revelador que figura –entre otros productos Agfa– en un anuncio de época de un periódico vienés

La versión actual por parte de ADOX, del Rodinal: el «Adonal» © ADOX

En presentación líquida muy concentrada, se emplea en diluciones comprendidas entre 1:25 y 1:500 (¡!) siendo la más común 1:50. Siempre a baño perdido, naturalmente.

Aunque su fórmula no es conocida «oficialmente» os pongo su composición y proporciones por litro ya a dilución 1:50, lista para el uso:
  • Agente revelador: 2 gramos (Cloruro de para-aminofenol) (11)
  • Álcali: 6 gramos (12)
  • Antioxidante/solvente: 1 gramo (Metabisulfito Potásico)
¿Observáis dónde radica el «secreto» clave del Rodinal? Exacto: ¡no lleva prácticamente solvente de plata alguno! Donde los reveladores de «Uso General» nos endosan cien gramos/l, el Rodinal lleva... un gramo por litro de solución lista para uso.

Así, el Rodinal acarrea la mala fama de «dar mucho grano», cuando lo que hace básicamente es «respetar» el grano propio de cada película, sin destrozarlo como hacen los reveladores con alta concentración de solventes. El veterano revelador ofrece alta acutancia y poder compensador, siendo muy flexible por la amplia variedad de diluciones posibles a las que se puede emplear.

A ello se suma que el concentrado se conserva años en botellas abiertas, y que resulta económico. Pero no es para «grano fino» si es lo que buscáis. Personalmente, «lo confieso», vengo utilizando el Rodinal desde aproximadamente 1953.
Pero no en exclusiva, pues también utilizo el Kodak HC-110, desde un tanto después de su introducción (1962) allá por 1973, y tras probar la mayoría de lo disponible comercialmente hasta la fecha.

Dos de mis reveladores favoritos en la actualidad. El bote de Agfa Rodinal es «de colección» pues no se fabrica ya en esa presentación © Valentín Sama

Antes de seguir hacia conclusiones y comentarios, vamos a volver sobre la estructura de las películas, pero en esta ocasión sobre la propia de las de grano tabular (Kodak T-Max e Ilford Delta).

Grano tabular en una emulsión Kodak T-Max © Kodak

En esta clase de película podemos observar unos cuantos detalles importantes, partiendo de la base de que –para esta imagen al microscopio electrónico– la luz incidiría perpendicularmente a las caras aquí visibles de «las tabletas» ya que parece poco adecuado hablar de «granos» aquí:
  • En comparación con una emulsión de grano clásico, la cobertura es mucho mejor: hay menos huecos libres entre cada tableta y por tanto la granularidad visible será menor
  • La superficie que presenta cada tableta es mayor y por lo tanto recibirá más fotones por unidad: más sensibilidad, mejor rendimiento cuántico (13)
  • Obsérvese en la parte inferior, donde dos tabletas se solapan y casi se transparentan: ¡son finísimas! Ello encantará al fabricante, pues –para un rango de sensibilidad dado– empleará menos plata (aproximadamente un 30% menos)
  • En el «debe» esto último hace más críticos –tenemos menos tolerancia– los errores de exposición y de revelado (errores de revelado de un ±10% producen cambios sustanciales)
Ahora, piénsalo bien: has proyectado sobre esa emulsión una bella composición, empleando para ello quizá tu mejor objetivo y tu mejor cámara clásica. Afinando tanto el enfoque como el valor de abertura de diafragma para el mejor rendimiento de esa óptica en particular... y ahora,  ¿vas a utilizar un revelador «de grano fino» que mordisquee, erosione, difumine, deslavace los perfiles de esas tabletas?
Creo pensar que no...

Una pequeña curiosidad

Las películas Kodak T-Max (100, 400 y 3200, luego «p3200») iniciaron su comercialización en el año 1986. La primera edición, en 1988, del libro «El Sistema de Zonas, Control del tono fotográfico», obra de Manolo  Laguillo (Photovisión), tuvo –además de por parte de otras firmas– importante apoyo económico por parte de Kodak España, S.A., y ello a través de publicidad de las citadas películas en las solapas de la sobrecubierta. Me encargaron el texto, tiré de mi «Kodaspeak», e hice –«pro bono»– un texto «ad-hoc». Todo por mi amiga Totoya Gorbeña (Kodak) y mi amigo Manolo Laguillo, que me honra en una extensa cita en el excelente libro...y no precisamente por Photovisión. ¡Qué tiempos! Parece que –para algunas cosas– 34 años no fueron nada.

Sobrecubiertas y texto en solapa interior © Valentín Sama


Consideraciones finales

Soy partidario, y repito que esto es muy personal, que si lo que buscamos es la menor granularidad posible, deberíamos elegir de entrada la película más adecuada al respecto. Claro que no siempre podremos elegir –según la escena– una sensibilidad baja, inferior a ISO 100 y no es menos cierto que las películas de entre 50 y 10 ISO (14) a veces acusan una escala tonal un poco más corta que las de sensibilidad superior.

Con las películas de grano tabular la precisión en la preparación de los reveladores y las constantes de tiempo/temperatura, es primordial © Valentín Sama

En las opciones de 100 a 400 ISO, las películas de grano tabular son las que grano menos visible nos ofrecerán, siempre que sepamos exponer y revelar con precisión casi quirúrgica. De lo contrario podemos encontrarnos con luces empastadas casi imposibles de copiar con detalle o escanear con éxito.
Para estas películas pienso que hay que huir de los «reveladores de grano fino» por razones que he explicado más arriba.

Pero vamos a ver... ¿tanto miedo le tenemos a la granularidad? Forma parte de la estructura de nuestro medio en B/N, es consustancial al mismo. De hecho, un poco de grano aporta algo de sensación de nitidez a la imagen...
Para las estupendas, relativamente económicas, muy flexibles y tolerantes películas de grano clásico, mi preferencia son los reveladores como el citado HC-110 (Dilución B y superiores) e incluso los D-76 de Kodak e ID-11 de Ilford, diluidos a 1:1 o 1:3 si no os importa la tediosa tarea de disolver productos químicos en polvo a 50 ºC. (15)


Kodak Tri-X a IE 400, en D-76 stock. Para una película de ISO 400 y grano convencional creo que no se puede pedir mucha más «finura de grano». No es menos cierto –ver sector ampliado– que falta un poco de «garra» en los contornos, por la acción del Sulfito. Una dilución 1:1 sería probablemente lo ideal. © Valentín Sama

Y que no se nos olvide un recurso muy evidente: si nos es posible, ¡usemos un formato superior! Formato medio en lugar de Barnack, y gran formato si se tercia.

Ya... ¿y dónde queda tu querido Rodinal, me diréis? Pues para responder, tendría que entrar en «modo Yoda» y decir: ...«ahh...saber quieres... pues siempre, pequeño Padawan, como primera opción, si quieres conocer el auténtico carácter y posibilidades de una película sin haber sido alteradas por las buenas o malas artes [la Fuerza] de un revelador.»

A partir del punto en que dominemos las técnicas de estos reveladores más estándar, es cuando considero que podríamos abordar el maravilloso mundo de todos esos reveladores especiales que cita Stephen G. Anchell. De lo contrario, me temo que nos faltarían referencias: el punto cero o patrón de partida.

Nota: por razones técnicas, los eventuales comentarios no deben superar las 3.000 palabras

NOTAS
Las fórmulas se ofrecen a nivel orientativo. Desde un punto de vista práctico NO recomiendo la preparación de las mismas a los aficionados.

1) «The Darkroom Cookbook» («El Recetario del Cuarto Oscuro»). En inglés. Focal Press. Lleno de fórmulas de la mayoría de los reveladores (para películas y papel), descripción de componentes, consejos de seguridad y explicaciones claras y concisas ISBN 0-240-80423-6
2) El término «oxidación» no hace referencia en este caso a la acción del oxígeno, sino a la transferencia de electrones de valencia
3) Ver «Revelando con Cafenol» por Fernando Marcos
4) Resulta bastante sorprendente la variedad de bebidas y alimentos que pueden llevar Sulfito Sódico o por otro nombre, el conservador «E221»
5) Esta obra, de 648 páginas, muy difícil de encontrar, es considerada «La Biblia de la Química Fotográfica». Agradezco a la fotógrafa y artista Lourdes Corzo el gentil obsequio , hace años,  de mi ejemplar.
6) Se trata de un fenómeno que se me antoja muy interesante: por extraño que parezca, ningún fabricante de película negativa en B/N se atrevería a lanzar un producto incompatible con este revelador creado por J.G. Capstaff en 1927 para revelar película cinematográfica y mucho menos a no dar tiempos de revelado para el mismo; se considera el «metro patrón» con el que se compara todo el resto de reveladores en lo que respecta a tonalidad, contraste, finura de grano y definición. Y sin embargo, se trata de un revelador «anticuado». Podéis ver un interesante artículo al respecto: Reveladores en polvo: ¿cómo de bien se conservan?
7) No es extraña la presencia de dos agentes reveladores a un tiempo: se basa en el efecto de «superaditividad», por el cual se produce un efecto de una suerte de sinergía por el cual cada agente ve potenciado su efecto por la presencia del otro
8) Según instrucciones del fabricante, cuando vayamos a utilizar un revelador de grano fino y especialmente si es de tipo superfino tendremos que sobre-exponer la película ente medio punto y un punto y medio más a la hora de las tomas.
9)  Con 132 años, el revelador comercial que más tiempo lleva en el mercado
10) El POTA fue diseñado en 1967 por Marilyn Levy del US Navy's Photo-Optics Technical Area en Ft. Monmouth, New Jersey. Este revelador es capaz de ofrecer hasta 20 pasos de rango tonal y se empleaba para procesar películas que registraban explosiones atómicas experimentales.
Su fórmula por litro:
  • Fenidona: 1,5 gramos
  • Sulfito Sódico: 30 gramos
Mezclar y usar de inmediato: esta fórmula, de muy bajo contraste (sólo 1,5 gramos de agente revelador) no se conserva (sólo 30 gramos de antioxidante)
11) Un componente del Paracetamol, razón por la que –algunos aficionados– utilizan comprimidos de este fármaco para sus fórmulas caseras alternativas
12) La preparación del Rodinal sólo debe hacerse a nivel industrial, pues hay reacciones exógenas con peligro de explosión y quemaduras por cáusticos
13) En la tercera generación de Grano-T se añadió un sutil rizado a la superficie, lo que mejoró aún más el rendimiento
14) Tenemos películas como la Ilford Pan-F (ISO 50), ADOX HR 50 (ISO 50), ADOX CMS 20 II Pro (ISO 20), Rollei RPX 25 (ISO 25) y finalmente las ORWO  WOLFEN DN21 (ISO 13) y WOLFEN DP31 (8 ISO) ambas de dudosa comercialización actual
15) El revelador en polvo Kodak XTOL se comercializó hacia el año 1996 como una alternativa mucho más moderna al D-76 y similares. Muy transgresor –utiliza Vitamina C y Fenidona como agentes reveladores– entre otras ventajas se disuelva a temperatura ambiente y se anunció como de larga duración una vez preparado: hasta 12 meses. Luego, algo cambió: esto último se ajustó a seis meses, lo que, en sí, no está mal, pero lo más importante: se descatalogó la presentación para un litro; al parecer en esas cantidades el XTOL no era estable en almacenaje. Por eso ahora sólo se comercializa en paquetes para 5 litros lo que lo hace muy poco práctico para el simple aficionado. Y no: los preparados en polvo actuales multicomponente no se pueden fraccionar por peso.

Comentarios

trident17th ha dicho que…
Excelente trabajo. En pocos sitos se pueden leer artículos con la calidad, claridad, técnica y sabiduría como en tu blog y desde siempre, desde la primera revista de FV.
Yo he sido y soy usuario, ahora menos al estar lo digital aunque a mi ya me esta cansando tanta electrónica y obsolescencia de equipos, del Rodinal o Adonal, siempre me gusto la estética del grano y su nitidez.
Un saludo Valentín y gracias por tus trabajos.
Rey Sotolongo ha dicho que…
Espectacular como siempre, Valentín. Muchas gracias por este "tratado".
Unknown ha dicho que…
Un privilegio poder leer estos artículos,por otro lado, soy un afortunado poseedor del libro de Manolo Laguillo, "El sistema de Zonas", muy recomendable, pero imagino que será difícil de encontrar hoy en día.

Un saludo

Francisco Contreras
JCS ha dicho que…
Sr Sama ,
Este artículo tras sus líneas "revela" la intención y vocación de un un profesor, por lo que me considero autorizado a preguntar:
Desde los 90s he utilizado películas Ilford Delta 100 y 400, por razones de disponibilidad y facilidad de uso las he revelado siempre con Ilfosol S (ahora Ilfosol 3) un revelador de uso general, ¿que revelador disponible actualmente me recomendaría como alternativa?.
Por cierto en inglés y alemán se utiliza la expresión desarrollador (developer, entwickler), me gusta más en español o en francés, la imagen se revela en la cubeta, es una experiencia que en digital... bueno no existe.
Muchas gracias.
Un saludo.

JCS
Valentín Sama ha dicho que…
La verdad, JCS, es que este artículo incorpora una gran parte de los contenidos que usaba en mis clases de los «Master» de EFTI, en sus mejores años. Por eso tiene un toque... «profesoral»...
Una alternativa al Ilfosol 3 sería el HC-110 de Kodak.
Ambos a año perdido, cómodos de usar...

Pero el HC-110 no tiene por que ser mejor que el Ilfosol 3. Ya sabe que «cambiar de postura, no es –muchas veces– sino cambiar de dolor». No conocemos la fórmula de ninguno de los dos.

Si se anima, yo haría unas pruebas comparativas.
De todos los caldos de Ilford, el Ilfosol 3 parece el más adecuado para sus necesidades...

Aparte del término «revelador», también el más bello para mi, el «entwickler» alemán, como «desenredador de madejas» también me gusta.
Saludos cordiales
V
JCS ha dicho que…
Sr Sama,
Gracias por la sugerencia. En el cuarto oscuro siempre me he ajustado disciplinadamente a las especificaciones del fabricante y la verdad es que los resultados del Ilfosol me satisfacen pero en la coyuntura actual -y futura- con problemas de suministro, materias primas, inflación etc quería saber que otra opción equivalente podría utilizar.
Un saludo.

JCS
Manuel Ruiz ha dicho que…
Fe de Erratas.

Hola Valentín, ya leí este artículo tan interesante en su tiempo, y hoy por casualidad me lo volví a encontrar. Solo que me he dado cuenta que en el título se lee "Gran fino", cuando en realidad debería leerse "Grano Fino", no??? Es corregíblé??? si es que soy un tiquismikis :-) Gracias de nuevo. Un abrazo.

Manuel Ruiz.
Valentín Sama ha dicho que…
¡Hecho, Manuel! Gracias
El corrector, curiosamente, no revisa los títulos.
Afortunadamente, el mundo en línea permite cosas que no permite la imprenta.
Saludos
Valentín
José Manuel ha dicho que…
Buenos días, actualmente soy usuario de Leica Q2, pensando en dar El Paso a la M11, aunque hago básicamente blanco y negro, a veces me apetece el color… mi pregunta es, realmente se nota la diferencia de una manera considerable, disparando en blanco y negro con la M11 a los resultados obtenidos con la Monochrome? A parte de que cuando disparas en dng, al editar las fotos tienes que transfórmalas a b&n…. Muchas gracias
Valentín Sama ha dicho que…
Buenas tardes, José Manuel

La calidad de imagen ofrecida por las Monochrom es algo a experimentar. Es lógico si se estudia la estructura de su sensor.

Pero, en mi opinión, teniendo en cuenta las inversiones y si te tienta el color de vez en cuando yo optaría por la M11 en versión «color».
Y ello, porque también te ofrece modos de blanco y negro muy buenos.

Eso sí, al pasar a la M11, ten en cuenta que es muy exigente con la calidad de los objetivos y sobre todo, que hay que tener mucho cuidado con la trepidación-

Saludos cordiales

Valentín




Andrés ha dicho que…
Excelente artículo, de hecho lo revisito de vez en cuando para refrescar mi memoria. Aprovecho para agradecerle el acercar los misterios de la química y de la óptica a los profanos.

Generalmente utilizo HC-110 y Rodinal para formato 120, películas hasta 100 ISO y, a veces, para las de grano tabular pero, por curiosidad por los reveladores "de grano fino", me interesé por Acufine (y sus "parientes cercanos" Diafine y ACU-1).

Según el fabricante, este revelador ofrece grano fino y gran acutancia, lo que parece algo contradictorio, pero puedo entender que tenga los dos efectos y la fórmula esté ajustada para reducir el grano hasta un "punto dulce" en que la imagen conserve suficiente nitidez.

Lo que me rompe los esquemas es que, a estas dos virtudes, se le une la de aumentar la velocidad de la película. De hecho, en las tablas de revelado las EI indicadas son habitualmente 2/3 de paso superiores a las marcadas por el fabricante del soporte.

¿Es esto posible? ¿Cuál es la contrapartida de esta "magia"? ¿Un aumento del contraste como en otros procesos forzados? Los ejemplos que veo en la red no me parecen excesivos, pero han pasado por un escaneado y probablemente han sido editados y el resultado, bajo la ampliadora, puede ser muy distinto.

Gracias si decide aportar algo de luz a estas dudas.

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