© Valentín Sama
La dura y simple realidad es que muerde el polvo otro producto fotográfico fotoquímico especializado que no tiene sustitución alternativa, ni en sistemas fotoquímicos ni mucho menos en digitales: la película Kodak Technical Pan. Y desaparece probablemente víctima de esa suma de causas que caen fuera del control del usuario, tras las que está, probablemente, una mezcla del capitalismo más desaforado, y la toma de decisiones a alto nivel por parte personas que quizá ni conocen el producto ni conocen la realidad última del hecho fotográfico: lo que no es rentable, se hace desaparecer.
La película Kodak Technical Pan era una película para aplicaciones especiales, y por ello nunca pudo ni podría tener una gran demanda. Se trataba de una película negativa en blanco y negro que podía exponerse a índices de exposición (IE) a lo ancho de un abanico de nada menos que entre 25 y 400 ISO, dependiendo del tipo de revelado aplicado y de los resultados deseados. La película comercial de más alta capacidad de resolución del mercado, con hasta 200 pares de líneas por milímetro, cuando “la mejor” del resto en esas mismas circunstancias puede llegar a las 125 o 160. Una película con una sensibilización extendida al rojo, que la hacía ideal para muchas aplicaciones dentro de los campos de la medicina científica en general, y en particular de la fotografía forénsica, policial y técnica.
En mi humilde opinión personal, en el fondo subyacen dos cuestiones sencillas de plantear, pero para las que resulta imposible, bajo las circunstancias actuales llegar a un punto de encuentro: ¿Todos los productos vendidos por una gran compañía que pretende ofrecer soluciones globales dentro de un campo de actuación (en este caso fotográfico) deben ser forzosamente rentables para la compañía?
¿Puede un usuario permanecer fiel a una marca que basa sus planteamientos operativos exclusivamente en la rentabilidad de todos y cada uno de sus productos, alterando la idea de servicio global?
Partiendo de la pobrísima resolución que son capaces de generar los sistemas digitales actuales, unas tres veces por debajo de lo que podía ofrecer la “obsoleta” Technical Pan, quizá lo que irrita más a los usuarios de productos especializados es la costumbre de Kodak de ofrecer, probablemente con su mejor voluntad, soluciones “alternativas”. Últimamente, todas las “alternativas” ofrecidas parecen pasar por usar, de una forma o de otra, la película Kodak T-Max 100. Pero eso es querer hacernos comulgar con ruedas de molino, por muy buena que sea esa emulsión T-Max 100… para sus aplicaciones previstas.
La “desaparición de especies” constituye, en cualquier ámbito, una señal de alarma. Y esta no es la primera ni será la última. Preparémonos ante los riesgos de la imposición del pensamiento único.
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