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Dilbert os hará sonreir, y sobre todo, os mantendrá en guardia

Siempre he sido un entusiasta de los “cómics” de Dilbert, el simpático ingeniero de sistemas de la corbata deformada en ángulo, que vive su vida entre cubículos de oficina y los especímenes que pueblan esa jungla urbana.
Creo que no es la primera vez que lo nombro y quizá no sea la última. Cada día Scott Adams publica una tira de tres viñetas y los fines de semana una de seis.

Los libros y los personajes relacionados con Dilbert tienen tal relevancia que, en algunas librerías de U.S.A. se pueden encontrar, en el mismo establecimiento físico, en dos secciones: humor... ¡y negocios!

Y es que las historietas de Dilbert son imprescindibles si quieres sobrevivir en un entorno de oficina, o si se prefiere, en un entorno de “compañeros” de trabajo.
Los diálogos y situaciones son tan crípticas que es es posible que si no se ha trabajado en uno de los entornos citados, no se lleguen a entender.
Pero si se leen con regularidad, no solo sonreiremos ante situaciones ya vividas, sino ante las que estemos viviendo (aunque nos hará menos gracia) y nos prepararán para enfrentarnos a las que –seguro– llegarán tarde o temprano.

En la oficina de Dilbert encontraremos, con diversa regularidad, unos más que otros, personajes tales como:

• Dilbert, por supuesto. Tierno, humano, sufridor de su entorno y sin embargo adaptado a el.
• Wally, el cínico superviviente.
• El jefe, incompetente, estúpido, marrullero, a pesar del cual la empresa funciona, gracias los demás, claro
• La secretaria veterana, y cínica
• Alice, la analista de sistemas, superinteligente y mordaz
• Los consejeros, Dogbert y Ratbert, un perro y una rata, claro. “Para echar de comer aparte”, que dirían en Aragón...
• Los becarios...
• Los contables que supervisan los gastos pasados por los empleados, y que habitan los sótanos y tienen cuerpo de dragón...
• Y con menos frecuencia, “last but no least”, la “Idea Squirrel”, una especie de ardilla que escucha a escondidas por la parte superior de los cubículos mientras dos desarrolladores hablan de algún proyecto en curso, fruto de su creación y acto seguido corre para ofrecérsela primero al jefe, como suya. Así de paso, quedas como un imbécil cuando, ignorándolo, rematas tu proyecto y lo presentas.

Personalmente, hasta la fecha, he conocido a versiones de carne y hueso de todos esos especímenes.

Lo dicho: os recomiendo seguir con regularidad la página de Dilbert, y si podéis, adquirir alguno de los libros de vez en cuando.

Los cómics de Dilbert, anteriores, pueden adquirise para su uso sobre camisetas, tazones de café, y para muchas otras aplicacciones.


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