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Voigtländer Zoomar: auténtico zoom de 1959

El anuncio de la próxima disponibilidad del nuevo objetivo Panasonic Lumix 14-28 mm f/4-5,6 L Macro destinado a su moderna serie de cámaras S, digitales «despejadas» con montura L, para el formato Barnack (24x36 mm), es lo que me ha hecho reflexionar: ¿cómo es posible que en el año 2023 todavía se sigan presentando objetivos «zoom» –de focal variable en realidad– con un factor de tan sólo 2x, y de apertura máxima variable? No están solos en Panasonic, es cierto (1) pero...

Bessamatic, Zoomar y parasol específico. Un conjunto de ensueño. © José Latova

Vamos a ver: hace ya 64 años, en el año 1959, se presentó, para dos de las cámaras réflex de 35 mm de la época, las Voigtländer Bessamatic y las Exakta (2), algo revolucionario e inaudito en el momento para las cámaras fotográficas de 35 mm: ¡un objetivo cuyas focales podían variarse, el Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8! Esto es, un «zoom» de factor 2,27X y de apertura máxima constante, a f/2,8...

Lógicamente, el Voigtländer Zoomar estuvo primero disponible para una SLR de la propia casa: la Bessamatic © Voigtländer

Voigtländer Zoomar para Exakta © Valentín Sama

El tema de la apertura máxima variable vs. constante, no es baladí. El que sea variable acarrea inconvenientes notables:

  • En fotografía con flash, en estudio, una variación de la focal, provocará un desajuste en la exposición previa y cuidadosamente calculada y ajustada mediante exposímetro de mano. Y somos unos pocos los fotógrafos que –en esa situación– exigimos el control total y no confiamos en los sistemas TTL al uso, por si estabais pensando en «vendérnoslo»...
  • En toda circunstancia, perdemos el control absoluto sobre la profundidad de campo que deseemos conseguir.
  • Para ese grupo de fotógrafos que yo llamo «de sólo RAW y modo Manual» (otro día hablamos de ellos) una variación de focal les llevará a tener que reajustar. bien valor de abertura, bien el de tiempo de obturación. Hay más «cosillas» pero lo dejo ahí.
Por esa razón, desde el inicio del desarrollo y comercialización de los objetivos zoom, los distintos fabricantes pelearon, primero con la regla de cálculo y más adelante con el ordenador, para conseguir aperturas máximas fijas para sus objetivos zoom. Y ya que estaban en ello, para que fuesen... zoom.

Vamos a ver: un objetivo zoom que mereciese ese nombre tenía que parfocalizar: esto significa que el enfoque debía mantenerse constante –una vez ajustado a una focal– para todo el rango de focales del zoom. De no ser así, el objetivo debía clasificarse como «varifocal» no como zoom.
Ni que decir tiene que alcanzar esos dos paradigmas, juntos o por separado, supone un esfuerzo de diseño y constructivo mucho mayor. Ahora, entra en acción el AF...

Con la llegada del AF para las SLR (12/1984) con la Minolta 7000, los fabricantes ven «el cielo abierto» respecto al problema de alcanzar la parfocalización: ¿para qué preocuparse por ella, si con una suave presión sobre el disparador en una fracción de segundo un grupo interior de lentes, en un movimiento de recorrido milimétrico nos reenfocará automáticamente tras una variación de focal?

Así, ahora, puede que exista alguno, pero personalmente no conozco objetivo de focal variable y AF que sea un zoom auténtico, esto es, que parfocalice. Un varifocal, por tanto, pierde el enfoque al variar la focal… solo que como la mayor parte de las veces usamos ahora estos objetivos en modo autofoco no nos damos cuenta ni le otorgamos mayor importancia al tema. Pero a finales de los años cincuenta, la utilidad de un zoom se basaba en mantener el enfoque, a todas las focales.
Pero queda el asunto de la apertura máxima variable, ¡ay! 

© Valentín Sama

Volvamos sobre el Zoomar de Voigtländer

En la época más arriba citada, hacia 1959-60, uno era un humilde aficionado que compartía afición –en sus ratos libres, entre estudios de bachillerato– con Álvaro y Pedro Mari y recuerdo haber discutido con ellos y con pasión las ventajas e inconvenientes de semejante avance. En esos años, en España, aunque accesibles con cuentagotas, el dominio de las cámaras alemanas era total, al tiempo que comenzaban a llegar a nuestro país las primeras Asahi Pentax japonesas.

Acostumbrados a la llamada –entonces– «óptica azul», esto es, óptica con revestimientos antirreflejos y por tanto «oficialmente válida para color», los revestimientos amarillentos de las ópticas Takumar de las Asahi Pentax despertaban ciertas suspicacias entre los aficionados.

© Valentín Sama

Recuerdo que con la misma pasión que hablábamos del primer objetivo zoom (3) discutíamos acerca de la posible mejor o peor calidad de esas Pentax, ya que nos llamaba la atención que su objetivo, en lugar de ser la clásica «óptica azul» (4) de la época, era de reflejos amarillentos en la superficie de sus lentes…

Distintas evoluciones primitivas de «óptica azul» © Valentín Sama

De hecho, históricamente resulta significativo que el Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8 se presentase en el Philadelphia Camera Show al mismo tiempo que la Nikon F y la Canonflex, pero en nuestro trío lo más avanzado disponible –que no era poco– era la Kodak Retina Reflex IV (de Pedro Mari), una Foca (Álvaro) y nuestra cámara familiar: una Kodak Retina 1b que yo podía utilizar con «permiso de la autoridad».

Una Kodak Retina Reflex III © Valentín Sama

En realidad, ninguno de nosotros hubiese podido emplear esa nueva óptica «elástica», pues la única réflex del grupo era la Retina Reflex IV y su montura no era compatible con la de la Voigtländer Bessamatic o la de una Exakta, una cámara, esta última, a la sazón extremadamente poco común en España. Pero la introducción del Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8 era en realidad tan impactante como la llegada a España de la avanzadilla japonesa, si bien esto último, lo ignorábamos en aquel momento.

Soluciones técnicas

Incluso visto bajo los estándares de hoy día, lo que ofrecía este primer zoom para fotografía de 35 mm era notable: focales de un angular clásico a un tele corto «de retrato» y todo ello con abertura constante partiendo de f/2,8. Pero es que, además, el Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8 era un auténtico «zoom», esto es, tal como he comentado más arriba, parfocalizaba. Esto quiere decir que conservaba el enfoque aunque se variasen las focales. La mayoría de los objetivos llamados «zoom», en esta era del AF en la que nos encontramos, no son tales, sino simples «varifocales», mucho más fáciles de diseñar y construir. 

Arriba: esquema óptico del primer objetivo zoom para cámaras de 35 mm. Señalados por líneas punteadas, los dos grupos móviles para auténtica acción zoom, no varifocal. El enfoque se producía por desplazamiento de la lente frontal divergente. Algo menos deseable desde el punto de vista técnico, pero recordemos... ¡estamos en 1959!

El Dr. Frank G. Back, el diseñador oficial del objetivo, disponía a la sazón para ello de dos recursos muy valiosos: acceso a diseño asistido por ordenador –probablemente en tiempo compartido y mediante algún buen contacto– y los entonces nuevos vidrios ópticos a base de «tierras raras».


Caja de respeto abierta del Voigtländer Zoomar, arriba; y abajo, Bessamatic completa con objetivo, parasol, soporte para trípode, lentes Focar A y B de aproximación, calculador de profundidad de campo, tapas... ¡un tesoro histórico funcional! Ambas, © José Latova

Uno de los elementos, a base de Torio, es radiactivo y responsable –por degradación– del tinte amarillento que con el tiempo acusan la mayoría de las unidades de estos objetivos (*). El esquema óptico es de 14 lentes distribuidas en cinco grupos de los cuales dos son móviles para la acción del zoom y un tercero para el enfoque. El enfoque es hasta 1,3 metros (5) y aunque representa una limitación, dada la época y para un objetivo tan polivalente, resultaba aceptable.

Entre el relativamente elevado número de lentes del esquema 14/5 y los revestimientos simples de la época, no podemos esperar una gran transmisión final de luz, a lo que se sumaría la absorción debida a la coloración amarillenta causada por la degradación producida por los elementos –ligeramente– radiactivos de Torio.

Pero lo que es realmente único del Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8, es su mecánica y estética. Construido enteramente en torno a un barrilete metálico, ya hemos comentado con anterioridad que el enfoque se efectúa mediante el conjunto frontal, y ello con gran suavidad. Figuran marcas para infinito, 20 m; 7 m; 5 m; 4 m; 3 m; 2,5 m; 2 m; 1,7 m; 1,5 m; y 1,3 m a lo largo de un arco de 170 grados aproximadamente.

© José Latova

Este componente de enfoque si que supone extensión física del objetivo y giro del aro frontal. No se dispone de escala de profundidad de campo, pero se ofrecía un refinado disco calculador, un accesorio muy raro de encontrar hoy día.

Calculador de profundidad de campo para el Zoomar © José Latova

Lo que pensamos sería la envidia de cualquier diseñador moderno de «alto standing» es el sistema de variación de focales: un aro de perfil cónico, moleteado en el exterior, sube y baja, siendo solidario de tres ejes cromados, a la vista, desnudos, ubicados equidistantemente.

© Valentín Sama

En la posición más alta estamos en 82 mm y en la más baja en 36 mm. Hay marcas para las focales de 82, 70, 60, 50, 40 y 36 mm. La variación de focales no supone variación de la longitud física del objetivo, algo incluso hoy, difícil de ofrecer.

Esta original disposición de «ejes vistos» no solo una solución bella en si, sino que además, permite ofrecer un barrilete menos grueso y por tanto menos pesado. Aún hoy, el mecanismo corre con suavidad y precisión, y desde nuestro punto de vista es la parte más bella del objetivo, aunque la combinación de laca negra sobre el latón y los detalles cromados aportan lo suyo.

Una de las unidades del Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8 empleadas para este artículo es en montura Exakta, la más versátil de las réflex del momento –ver Kine Exakta – La primera SLR para 35 mm–, pero la cámara carecía de automatismo de cierre del diafragma a la abertura de trabajo en los modelos disponibles en los años de introducción del objetivo. Por eso resulta muy importante adquirir este objetivo en montura Exakta junto con su cable específico para disparo. Este cable se acopla por un lado al botón disparador de las Exakta y por el otro a uno de los dos zócalos previstos al efecto en el Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8.

El diafragma del Zoomar permanece abierto a f/2,8 aún cuando lo tengamos ajustado –por ejemplo– a f/8. Al presionar sobre el disparador del cable, el diafragma se cierra a la apertura prefijada. Refinados sistemas de ajuste accesibles al usuario hacen que el disparo de la cámara se produzca sin casi solución de continuidad.

De esa manera, gracias a este acoplamiento puramente mecánico, justo un momento antes de la liberación del obturador, el diafragma de seis palas del Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8 se cierra automáticamente a la abertura de diafragma preseleccionada mediante al aro moleteado correspondiente entre f/2,8 y f/22, permitiéndonos hasta el mismo momento del disparo, de enfoque a plena apertura del objetivo.

En la versión para la SLR Voigtländer Bessamatic, (arriba) la conexión para el diafragma es interna y no es necesario cable alguno. © José Latova

Puesto que comparten montura, el Zoomar en montura Exakta puede utilizarse también sobre las Topcon RE Super. © Valentín Sama

Rendimiento

Dejando a un lado la maravilla de la parfocalización, este auténtico zoom sigue un comportamiento bastante similar en algunos aspectos al que ofrecen ahora –mas de medio siglo después– las ópticas “zoom” actuales. Así en lo que se re?ere a distorsión, se acusa en barrilete para la focal más corta y en acerico para la más larga, en un grado extremadamente superior a lo que acostumbramos a ver en los objetivos “zoom” actuales, si bien los mejores de estos últimos están realizados con vidrios aún más sofisticados que los disponibles en 1959, además de lentes aesféricas, etc. Así como –en algunos casos– brutales correcciones opacas vía software.

Zoomar a 36 mm © Valentín Sama

Zoomar a 50 mm © Valentín Sama

Zoomar a 82 mm © Valentín Sama

A través de las tres imágenes de la parte superior se pueden comparar los ángulos de cobertura a las focales de 36 mm, 50 mm y 82 mm. La distorsión es muy acusada para la focal de 82 mm, según puede apreciarse en los edificios de la esquina izquierda.

Con el Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8 no caben «triquiñuelas» de falseo de los datos de archivo por manipulación del firmware, aunque si empleamos el objetivo mediante adaptador sobre una moderna «despejada» digital podremos incluso reducir las aberraciones cromáticas desde el RAW.

No resulta muy justo, por lo general, hacer evaluación de laboratorio en lo que concierne a resolución y contraste de un objetivo con tantos años a cuestas, pero si podemos ofrecer nuestra opinión sobre algunas de las fotografías tomadas con esta unidad del Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8.

Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8: reflexiones

A la focal de 36 mm y f/5.6. Enfoque sobre los reflejos. Primeras horas de una gélida mañana © Valentin Sama

A una focal de aprox. 70 mm, y f/8 En la esquina superior izda. se dejan apreciar las aberraciones cromáticas. La tonalidad cálida es fruto de la temprana hora de la mañana y también de la degradación del elemento óptico de Torio ligeramente radiactivo.  © Valentín Sama

A la focal más larga –82 mm– y f/11. Para un objetivo de su «edad» y de diseño tan comprometido en su época... ¡no está nada mal! © Valentín Sama

Podemos ver que la resolución no es nada mala –si bien tampoco excelente– hasta las esquinas del fotograma. De la misma manera, el contraste –a pesar del envejecimiento de sus lentes radiactivas– es bueno y los escaneos con reglajes estándar no necesitan casi de ajustes adicionales, así como las posibles tomas digitales, realizadas con alguna «despejada» en formato Barnack y adaptador.

Voigtländer Zoomar a 82 mm de focal y f/8 © Valentín Sama

Voigtländer Zoomar a 60 mm de focal y f/2,8 © Valentín Sama

Viejo espejo. A la focal de 82 mm y la distancia mínima de enfoque del objetivo. © Valentín Sama

Zoomr a 82 mm de focal y f/5,6 © Valentín Sama

Zoomar a 82 mm de focal y f/8 © (recorte de encuadre) Valentín Sama

Es quizá la distorsión lo que más delata las dificultades que tuvieron que superarse para diseñar y producir este primer objetivo zoom. Especialmente a las distancias de enfoque cortas y a 82 mm de focal,  es... brutal, y conviene evitar incluir elementos en al encuadre en la periferia que lo delaten  En lo que respecta al manejo, y especialmente para las imágenes de interior, lo que más limita es la citada distancia mínima de enfoque, pues en nuestro caso a la hora de hacer las tomas, no disponíamos de las lentes de aproximación Focar dedicadas.

Si la cámara Exakta marcó «un antes y un después» en la historia de la evolución de los equipos fotográficos al ser la primera SLR para 35 mm, el objetivo Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8 representa un auténtico hito en la historia de las ópticas para el formato 24x36 mm sobre película de 35 mm. Conseguir desarrollar un objetivo de focal variable que parfocaliza –un auténtico zoom– solo con recursos informáticos muy limitados, sin acceso a tecnologías tales como las lentes aesféricas o los multirrevestimientos, y hacerlo con calidad, es un auténtico logro fruto del ingenio y el tesón de aquellos pioneros de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.
Comercializar ahora –con los recursos técnicos disponibles– ópticas de focal variable con apertura máxima variable, parece un tanto... cicatero.

Nota: este artículo, profundamente actualizado,  incluye contenidos, de uno anterior publicado en Albedo Media y actualmente no disponible en ese sitio web.

Por razones técnicas, los eventuales comentarios no deben exceder de 2.500 palabras



(1) En objetivos de rango extremo de focales, tal como el recientemente anunciado Sigma 60-600 f/4.5-6.3 DG DN (¡10X!), o por ejemplo, el M.Zuiko Digital ED 12-200 mm (¡16,7 X!) la cosa tiene su justificación, pero en un mero 2X no lo veo, salvo por cuestiones de ahorrar peso, volumen... y costes. Ni siquiera Leica se salva, pues tiene en el catálogo un Super Vario-Elmar SL 35-70 mm f/16-35 mm f/3.5-4.5, aunque sospecho que producido por Panasonic. Por ahí andan también Fujifilm, Canon, Tamron y otros con unos pocos «zoom» de apertura máxima variable.
(2) Posteriormente se comercializó en monturas tales como rosca de 42 mm (Pentax, Praktica, etc.) y para Kodak Retina Reflex.
(3) El Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8 fue diseñado el Dr. Frank G. Back de la compañía Zoomar basada en Long Island, New York y producido por Voigtländer en Alemania, aunque parece ser que Heinz Kilfitt también tuvo algo que ver...
La compañía Zoomar tenía experiencia en producción de objetivos de focal variable, para televisión y cinematografía, pero el Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8 fue el primero para fotografía en 35 mm.
(4) Las primeras capas antirreflejantes en las ópticas, hacían que estas ofreciesen el característico reflejo azul. Desde entonces y durante muchos años se decía que una cámara tenía «óptica azul» cuando esta era de una categoría superior. Igualmente se indicaba que para hacer fotografía en color, era necesario disponer de la citada «óptica azul»... lo cual no era 100% cierto. Desde entonces todo ha cambiado y así podemos ver reflejos amarillos, verdosos, púrpura… según la composición de las capas antirreflejantes. Pero en los años cincuenta, presentar objetivos con reflejos de otra coloración que no fuese la azul, era un atrevimiento.
(5) El enfoque se realiza por medio de la lente frontal y «no da para más». Para compensar ese inconveniente se comercializaban dos lentes de aproximación (Focar A y B).Con la Focar A la gama de distancias de enfoque es de 101 a 53 cm, mientras que con la Focar B podemos fotografiar entre 50 y 34 cm. Pero pueden utilizarse combinadas, para fotografiar entre 33 y 25 cm.
Encontrar estas lentes o el parasol de goma específico que se puede ver en algunas de las imágenes de este artículo, ofrece hoy día casi las mismas posibilidades de hacerlo que con un perro verde. Si en eBay un Voigtländer Zoomar 36-82 mm f/2,8 en buenas condiciones se puede encontrar por unos 500€, con parasol, lente de aproximación y estuche específico, hay que contar con el entorno de los 900€ o más.
(*) En la práctica, esta coloración amarillenta se puede revertir mediante un «baño» más o menos largo de luz UV

Comentarios

YO ha dicho que…
Buenas Valentín

Bonito trabajo de actualización del primer Zoom. El primero lo leí en FV, que tiempos.!!!

Como curiosidad, la parte trasera del objetivo tiene un diametro muy parecido a los Tamron Adaptall II.?

Un abrazo para ti y los lectores.

Luis

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