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Foca: ¡j'adore le chrome!

En los años cincuenta del siglo pasado, viví una década en San Sebastián, la capital de Guipúzcoa. La proximidad a Francia era un hecho tentador, y bastaba con coger un «cercanías» para, en menos de una hora, llegar a Irún, y desde allí –pasaporte en mano– pasar caminando el «puente internacional», para acceder a Hendaya. Como primer signo, las barandillas de la mitad española del puente –hechas unos zorros– contrastaban con las perfectamente pintadas de la zona francesa.

La francesa Foca PF2B © Valentín Sama

No es que pasases a otro país, es que pasabas... a otro mundo. Un mundo en color comparado con el nuestro de entonces –bastante gris– y en el que podías ver cosas –sobre todo en «Hendaye Plage»– que no solíamos ver en «La Concha», aunque no es menos cierto que «nuestra playa» era mucho mejor. Pero también era un territorio en el que – además de los deliciosos «pirulís» «Pierrot Gourmand» y los juguetes «Dinky Toys»– podías comprar película Kodak Plus-X Pan «Made in France», que desde luego «olía» distinto que la que se podía comprar en España, y era ligeramente más sensible. Sí: incluso nominalmente; como un tercio de punto.

Servidor de «pirulís» Pierrot Gourmand. Todavía activa actualmente, la firma sirve 140 millones de ellos al año. De hecho, el expositor de más arriba, con 40 «pirulís» (sucettes) está a la venta. (35€)

Pero, además, había algo que se palpaba en tiendas y anuncios: la reverencia, el aprecio, por la industria francesa de cámaras, y más concretamente por la marca «FOCA».

Debo confesar que, en aquella época, un poco obnubilados por la dominante industria fotográfica germana, considerábamos esa estima por «lo FOCA» parte del ligero chauvinismo de siempre atribuido a nuestros vecinos del norte… Un error: una vez que se conoce la historia de FOCA y, más a fondo, sus cámaras, la percepción sobre la marca y sus productos cambia radicalmente. No soy ningún experto en FOCA, pero para purgar esos pecados de juventud, hoy os voy a hablar de una FOCA PF2B Modèle-3. No es el modelo más lujoso, pero sí uno de los más populares y asequibles de la firma en las ferias de coleccionismo, en la actualidad.

FOCA graphie, la «Biblia» de FOCA, un tesoro de 304 páginas, resultado de la obra incansable de sus autores. Imprescindible no sólo para «entender FOCA», sino también muchas cosas relacionadas con la 2º Guerra Mundial y la ocupación de Francia. (ISBN 2-9522521-2-2)

Para determinar a qué modelo corresponde mi FOCA, comprada hace unos años a muy buen precio en Bièvres, y debido a que su estado no es precisamente «mintish», he tenido que tirar a fondo del libro «FOCA graphie», de mi amigo Jean Loup Princelle –que me honra al considerarme «Iconomechanophile» (2)– escrito junto con Daniel Auzeloux: una obra maestra en contenido, información, tablas y fotografías.

Aún así, la tarea de identificación es compleja por las numerosas variables y variantes, pero creo estar razonablemente seguro –toda corrección será bienvenida– de que sí –afirmativo–, mi ejemplar es una FOCA PF2B Modèle-3, de 1952, de la época en la que atravesaba yo el puente antes citado, de chaval, las primeras veces. En principio, de una segunda tanda, que comprendía los números de serie de 90.000 a 92.700, a diferencia de la primera, del mismo año, de 59.501 a 59.999.

FOCA PF2B Modèle-3

Tras estudiar las FOCA y sus accesorios, tanto en el libro de Princelle / Auzeloux, como en las mesas de Bièvres, y ya en propia mano, he llegado a una conclusión muy personal: a «alguien» en FOCA… ¡le apasionaban los cromados! Y cuando digo cromados, puedo referirme también a acero inoxidable o aluminio bruñido… es impresionante la profusión de esos acabados hiperbrillantes en el mundo FOCA.

 Puede que no sean para todos los gustos, pero en aquellos años, los coches más lujosos llevaban profusión de detalles cromados, (3) modelos de coches no sólo norteamericanos, sino que los de producción francesa podían llevar nombres tan significativos como «Versailles», «Chambord», «Vedette», «Aronde», «Fregate»… Quizá exista alguna conexión… sin olvidar que en los orígenes de FOCA, están O.P.L. (Optique et Précision de Levallois ) y especialmente su creador: Antoine XII, Agénor Armand, Duc de Gramont, Duc de Guiche et Prince de Bidache… y científico.

Salvo modelos concretos (réflex y de visor simple), las FOCA son cámaras telemétricas para 24 x 36 mm sobre película de 35 mm y podrían enmarcarse dentro de la categoría general de «copias Leica». Sin embargo, en mi opinión, a diferencia de –por ejemplo las cámaras soviéticas FED– que son copias «fusiladas» de las Leica III, las FOCA tienen personalidad propia, ¡faltaría más que en los años cincuenta los franceses no buscasen soluciones propias, distintas a las de los «boches»!: «La France ne peut être la France sans la grandeur«, según el General De Gaulle.

La montura de las FOCA FP2B tomaba partes de la idea de Leica –la rosca, no compatible– y de Contax, el enfoque en esa montura y no en la de los propios objetivos. Ese concepto hubo –pronto– de evolucionar. Obsérvese lo original de la escala de profundidad de campo, un rasgo distintivo de estas cámaras, y que hasta cierto punto, se daba en la Mamiya Six Automat. Se desplaza hacia delante y hacia atrás, solidaria de la montura, para no perder la alineación en profundidad. © Valentín Sama

Las FOCA FP2B toman algunas ideas de las Leica telemétricas de rosca y otras de las Contax, y así, la montura para los objetivos intercambiables es de rosca –pero de un diámetro distinto del de las Leica LTM– y la helicoidal de enfoque es solidaria del cuerpo, al estilo de las Contax. La montura de rosca para los objetivos lleva una leva en cuña en su parte posterior interior, que interactúa con el mecanismo telemétrico.

Con el objetivo estándar para la FP2B, el OPLAR 5 cm f/2,8 la distancia mínima de enfoque es de un metro. Un detalle bastante avanzado para la época: encuadre y enfoque telemétrico se realizan a través de un mismo ocular y no a través de dos oculares y acciones separadas, como en el caso de algunas Leica. Un detalle funcional y estético muy característico de estas FOCA es la escala de enfoque y profundidad de campo situada sobre el cuerpo de la cámara y comentada más arriba: es ingeniosa y eficaz, y desde luego tiene un toque… «chic».

El dorso, separable, es muy simple. Un único ocular permitía encuadrar y enfocar. La forma del ocular y el interior del visor pasaron por hasta 5 versiones, siendo la nuestra la tipo 3. © Valentín Sama

FOCA: el botón «multifunción»

Otro detalle muy particular es lo que en FOCA llamaban el «Botón Multifunción». En efecto: en lugar de montar un mando para el avance de la película / armado del obturador por un lado, y un selector de tiempos de obturación por otro, aprovechando que en aquella época –en este tipo de cámara telemétrica– este selector giraba durante el disparo… ¿por qué no unificar las funciones? Así, en estas FOCA, el dial selector de tiempos de obturación cumple esa función y además la de mando único para el armado del obturador y avance de la película. Eso otorga a las FOCA una cierta elegancia –el «capot» superior es más limpio– y bastante personalidad, ya que para que pueda tener bastante tracción, el botón multifunción, no solo incorpora fuerte moleteado, sino que además es bastante alto.

En esta Foca F2B, podemos ver el «botón multifunción», con el diámetro final de 17,5 mm y la flecha que indica de forma bien clara el sentido de giro. Hacer el avance de un solo «golpe» requiere un cierto grado de habilidad. El botón de rebobinado es de Ø 16,5 mm. © Valentín Sama

Sobre este botón multifunción hay algunas anécdotas, debidas al interés de la firma por complacer a sus fieles. En las primeras unidades el mando era de Ø 20 mm. Los usuarios, pidieron al fabricante que redujese ese diámetro, ya que en ocasiones, al disparar, ese mando en rápido movimiento giratorio, podía rozar con el dedo sobre el disparador, alterando el resultado de la exposición. Así, en las unidades siguientes se instalaron mandos multifunción de Ø 16 mm.

Entonces, las quejas pasaron a ser en el sentido de que era «un diámetro escaso» para poder agarrar bien el mando y girarlo para avanzar película y armar el obturador. Finalmente el mando pasó a ser de Ø 17,5 mm y «Santas Pascuas».
Un detalle adicional más o menos gracioso es que el mando para el rebobinado, por cuestiones estéticas de relación de tamaño con el multifunción, también experimentó cambios. Me puedo imaginar a los torneros en la factoría de Châteadun mascullando entre dientes mientras ajustaban sus máquinas una y otra vez mientras contaban piezas sobrantes ya finamente mecanizadas a uno y otro diámetro, y ya rendidas obsoletas…

En el modelo PF2B, los tiempos de obturación disponibles son de 1/1.000s, 1/500s, 1/200s, 1/100s, 1/50s 1/25s y «B», sin tiempos lentos. No es totalmente inusual encontrar modelos PF2B convertidos en fábrica a PF3, con el correspondiente dial frontal adicional para 1/10s, 1/5s, 1/2s, 1s y «T». La fábrica, al igual que Leica y Exakta, ofrecía esos servicios, que serían equivalentes a las actualizaciones de firmware actuales… pero en «hardware».

FOCA: otros mandos y el dorso

Sobre el capot superior, solo quedaría citar, en el extremo derecho, el cuenta fotos de tipo aditivo y puesta a cero manual, así –como en el extremos izquierdo– los zócalos para sincronización de flash electrónico «E» y de bombillas fungibles «F». Ahora vamos a abrir el dorso, pues dentro, nos espera alguna que otra sorpresa. Este dorso, separable, se abre y se asegura mediante un pestillo muy bien dimensionado situado en la base, concéntrico a la rosca para el trípode, muy acertadamente ubicada en el centro de la cámara.

La placa de presión es cromada brillante –bien es cierto que hubo variantes que no lo eran– y hasta la bobina para la película lleva partes cromadas… © Valentín Sama

Una vez el dorso en la mano… ¿habéis visto alguna vez una placa de presión para la película perfecta y brillantemente cromada? ¡Os lo dije, alguien en O.P.L. / FOCA le tenía debilidad por el cromo! Debemos tener confianza en la capacidad de las capas antihalo de las películas para absorber el exceso de una fuerte luz puntual, pero… ¿de verás es prudente poner un espejo tras la película?

Hubo seis variantes de placa de presión –la de nuestra muestra corresponde al Tipo 5– dos de ellas sin cromar. Las guías para el plano de la película no solo dejan ver el metal del cuerpo de la cámara – aleación de aluminio inyectado a presión– sino que también están cromadas: nada que objetar en este punto.

La pieza se levanta para acoplar el principio de la película contra las ruedas dentadas de arrastre… ya solo falta una pequeña presión para que haga «clic», encaje en posición y sujete la película. Muy ingenioso © Valentín Sama


Un astuto sistema para facilitar la carga de la película, sobre todo con dorsos separables. Y por supuesto… ¡en acero inoxidable bien brillante! La placa de nuestra muestra es la Tipo 2. © Valentín Sama

Y todavía queda una pieza cromada en esta zona –acero inoxidable según los autores del libro-guía– un invento bastante inteligente y práctico: se trata de una chapa abisagrada, que mantiene la película de 35 mm bien aprisionada contra las ruedas dentadas para el avance de la misma una vez la hemos enhebrado correctamente, evitando que se nos salga de posición durante el resto de la operación de carga.

Muy bien diseñado –en teoría– pues el perfil interior de la pieza evita el roce entre este y el dorso de la película. A notar que no solo el cuerpo de la cámara, sino también el dorso está realizado en la rígida aleación mencionada. Dejando a un lado las veleidades cromadas –que no es menos cierto que dan un toque «de lujo» muy de la época– todo el tratamiento de la pintura negra interior se ve que es también de muy alta calidad.
Un detalle más: desde un punto de vista mecánico, retirando la placa inferior del cuerpo – sin el dorso– se puede acceder al sistema de ajuste de la tensión de cada cortinilla, sin mayor desmontaje.

FOCA: manejo y otros detalles

Tal como os he avanzado, la PF2B tiene montura a rosca y el sistema de enfoque telemétrico dependiente de la helicoidal de esa propia montura, y eso limitaba el acoplamiento a la sazón solo a los objetivos de 50 mm, si bien se disponía además de las focales de 2,8 cm, 3,5 cm, 9 cm y 13,5 cm. Un inconveniente ciertamente importante.

Conscientes de esa limitación, los técnicos de Châteadun trabajaron en un nuevo modelo, y de esa forma para 1948, tan solo aproximadamente tres años tras la finalización de la guerra y la introducción de la primera FOCA, consiguieron presentar la PF4, «la FOCA Universal», con montura de bayoneta y acoplamiento telemétrico para todas las focales: 2,8 cm, 3,5 cm, 5 cm, 9 cm y 13,5 cm (4).

No debe extrañar que nuestra FOCA PF2B sea de 1952, ya que se trataba de líneas de precios muy distintos y lógicamente, las líneas PF2 y PF3 se mantuvieron activas, hasta 1957 y 1963 respectivamente. Así pues, las FOCA PF4 ofrecieron en el tiempo una montura más avanzada que las Leica y Contax coetáneas. Pero nuestra cámara de hoy es una modesta pero valiente PF2B y vamos con ella.

Al igual que en las Leica y las Contax de la época, los objetivos retráctiles permitían ofrecer cámaras muy compactas para su transporte. En esta configuración, hablamos de 570 g de peso. © Valentín Sama.


La base del telémetro la estimo en aproximadamente 41 mm, con un factor de visor –también aproximadamente– de 0,5x. Algo un tanto justo, salvo que tengamos en cuenta que solo debía lidiar con la focal de 50 mm, no con ninguna más larga. De forma atípica, la ventana del telémetro –la de menor tamaño– va a la izquierda de la del visor. Este, sin marcos luminosos (en nuestro modelo), ofrece solo un encuadre aproximado, lo que casi era norma en las cámaras de época, fuesen Leica, Retina, Contax etc. No es algo que nos sorprenda a los que hacíamos fotos en los años 50. Hay que decir, que la «mancha» del telémetro es limpia y clara, y que tras más de 64 años de vida se mantiene libre de decalaje vertical u horizontal alguno. El método de enfoque es idéntico al de las Leica de rosca de la época:
Extendemos el tubo del objetivo de 5 cm retráctil y lo encajamos en posición mediante su bayoneta interna. Presionamos el pulsador sobre la palanca de enfoque, para desbloquear el mismo de la posición de infinito. Giramos la palanca de enfoque hasta alcanzar la coincidencia del telémetro

Algunos quizá no entiendan la querencia de los fabricantes de las primeras telemétricas para 24 x 36 mm por los objetivos retráctiles, pero es que lo que primaba en el concepto era la compacidad, la portabilidad, y de esa forma una de estas cámaras cabía literalmente en e bolsillo de una «americana»… de la época. El bloqueo a infinito tenía una segunda misión: facilitar el cambio, la liberación de su montura, de los objetivos a rosca.

Para el obturador planofocal, estaban previstas las sincronizaciones para flash «F» (a la izquierda según la imagen) y «E» (a la derecha), para flashes de bombillas fungibles y electrónicos, respectivamente. © Valentín Sama

El disparo del obturador planofocal de tela engomada es discreto, si bien es cierto que con una cierta «soupçon» de sonido a carraca, reconocida incluso por los más fieles a FOCA. A la hora de avanzar la película mediante el famoso «botón universal», mejor no soltarlo a media acción, ya que tanto cortinillas como película tenderían a tratar de «volver hacia atrás» y pienso que a la película no le sentaría muy bien. En este tema lo tengo claro: el Ø 20 mm original era mucho más acertado. Para rebobinar, accionamos el embrague mediante un giro de 180º de la palanca frontal de «A» hacia «R».

El objetivo OPLAR 5 cm f/2,8

Realizado en aluminio, hasta el tubo y la base del cuerpo están anodizados en cromo…¡para más brillo! El conjunto, sin embargo, quizá debido a la calidad del grabado de los valores de abertura de diafragma y de la tipografía frontal no es positivo al 100%, ofreciendo un aspecto «barato», a mi juicio poco afortunado. Por el contrario, ópticamente en O.P.L. sabían hacer las cosas, y el OPLAR 5 cm f/2,8 es un objetivo de alta gama –se diseñó pensando en la FOCA PF 4 Universal– compuesto por cinco lentes, en cuatro grupos, con una muy buena corrección de la aberración esférica, por lo que fue utilizado frecuentemente para tareas de reproducción.

El que aquí muestro, es el de «tipo 4» con el diafragma justo tras la primera lente, frente al «tipo 5» con el diafragma ubicado en el centro del esquema óptico. A su vez, existieron con el diafragma con valores de abertura normalizados y sin normalizar. Mecánicamente, el diafragma es de ejecución soberbia, de 12 palas para una abertura muy circular y con acabado mate muy poco frecuente en aquellos años.
Pero si de verdad os gustan las «cosas bonitas» en sí, es difícil que en una feria, como puede ser Bièvres podáis sustraeros a la tentación de adquirir algún objetivo adicional…

Foca TELEOPLAR 13,5 cm f/4,5 versión 5 © Albedo Media  Foca TELEOPLAR 13,5 cm f/4,5 versión 4 © Valentín Sama

La caja no está en perfecto estado, pero los objetivos sí que lo están. Ambos son con montura a rosca y «TELEOPLAR 13,5 cm f/4,5.

© Valentín Sama

Según Princelle y Auzeloux, los TELEOPLAR 13,5 cm f/4,5 en montura de roca se produjeron en cinco versiones, para unas 4.500 unidades en total, una cifra alta para la época. La versión negra –con detalles cromados, ¡bien sûr!– que os muestro, sería una versión 5 del año 1962, al tiempo que el totalmente realizado en aluminio anodizado en cromo, sería una versión 4 de 1959.

Estos TELEOPLAR, con un diseño de 4 lentes en dos grupos, son muy compactos y ligeros: aproximadamente Ø 45 mm x 80 mm para 185 g de peso. De los diafragmas de 12 palas y abertura perfectamente circular…¡para qué os voy a hablar, que luego «me citan» cuando comento que cualquier «parvenu» moderno llega solo a 10 y presume de ello!

Una FOCA PF2B con dos TELEOPLAR 13,5 cm f/4,5 en versiones 5 y 4 (negro / cromado). © Valentín Sama

Ahora bien, que no se nos olvide: estos objetivos –hasta la llegada de la PF4 Universal con su montura de bayoneta y las nuevas versiones de montura correspondientes para los mismos– ¡no enfocan por telémetro, sino por su propia escala manual! Uno de los misterios que no he conseguido descifrar es la ausencia –en el libro-guía tantas veces citado– a toda referencia a un telémetro externo accesorio… y hay cientos de otros accesorios. Quizá, por su dudosa utilidad, estos objetivos se encuentren a precios tan interesantes… ¡y con tan poco uso!

FOCA, francia ocupada, anticuarios y conspiración clandestina

La historia que conduce a las FOCA, es –a mi juicio– apasionante, y la voy a reflejar de la manera más sintética posible. Tal como he avanzado, antes de FOCA está O.P.L. (Optique et Précision de Levallois), una fábrica muy avanzada –ubicada en Levallois–para el desarrollo y fabricación de instrumentos ópticos industriales y militares de precisión, especialmente para la Marina.

Inevitablemente, con la ocupación nazi alemana, las instalaciones de Levallois y las de Châteaudun fueron incautadas, a efectos de producir para los intereses nazis, pero con la deferencia de que a su creador y dueño, el Duque Armand de Gramont se le dejaron –como laboratorio propio– dos salas en las que podía trabajar; un laboratorio afortunadamente –según palabras del propio Gramont– equipado de forma muy completa.
El director de la fábrica –M. Morelle– luchó en todo momento para evitar que los nazis «tomasen prestados», esto es, deportasen a los obreros, pero a pesar de todo 103 fueron obligados a trabajar en Alemania, si bien el Sr. Morelle debió de ejercer sus mejores influencias, ya que 102 regresaron al acabar la guerra, habiendo fallecido un solo desdichado en un bombardeo.

La fábrica de Châteaudun –que todavía existe– según una fotografía aérea retocada y coloreada a mano. El logotipo de FOCA siempre me ha parecido muy fotográfico y bello, hasta con un «toque» de… Hergé.

Pero Gramont tenía bastante claro que un día la guerra acabaría, con una Europa arrasada, y sus fábricas sin la capacidad productiva que había tenido con anterioridad. En un mercado en el que las cámaras telemétricas para 24 x 36 mm, eran reinas, y solo producidas con calidad por firmas germanas tales como Leitz y Zeiss, ya en la primavera de 1940 Gramont pensó que eso representaba una oportunidad para Francia al acabar la contienda: poder ofrecer un producto de calidad igual o superior. Y ahí arranca la conspiración, que daría para una buena película si hubiese financiación para la misma.

Con riesgo para su propia vida y la de todos sus cómplices de conspiración, monta dos oficinas clandestinas. La primera en dos espacios de un inmueble que pertenece a un muy antiguo amigo suyo anticuario, M. Bernard, más concretamente en el Nº1 la Rue d’Anjou, y la segunda en casa de M. Grenier, experto y consejero en todo lo fotográfico, ubicada en este caso en la rue de Cherceh-Midi.

Así, desde 1940, se comienzan a desarrollar allí los planes y planos para una cámara telemétrica francesa para 24 x 36 mm. En el edificio del anticuario, en una sala, Gramont ubica a aquellos diseñadores fieles que el estima capaces de sacar parte del trabajo adelante, y en otra sala separada, a ingenieros de la Marina, que –a cargo de M. Monfraix– podían emplear – siempre clandestinamente– recursos del Estado Mayor. Desde 1940 hasta el final de la guerra no se produjo –afortunadamente– ninguna filtración, que hubiese costado el cuello a más de uno –o a todos ellos–, y ello a pesar de que al menos un oficial nazi había comentado: «Me consta que a M. Armand de Gramont le apetecería crear un aparato de 24 x 36 mm; ya sabremos bien cómo impedírselo».

Un detalle adicional de interés es que resultaba clave poder disponer de unos prototipos para poder hacer ensayos de prueba y error. Estas unidades, talladas literalmente a mano, se fabricaban a escondidas por parte de unos pocos obreros muy cualificados en las propias instalaciones de Levallois. 

Bajo el escrutinio de los agentes nazis, esos obreros tenían a mano siempre una pieza de un aparato alemán en fabricación, para dar el «cambiazo» en cada momento de peligro. De esta rocambolesca y arriesgada guisa, nada más capitular Alemania –en mayo de 1945–, 450 obreros franceses comenzaron a trabajar sobre los planos definitivos para iniciar, en Châteadun, la producción de las primeras FOCA PF2, disponibles ya entre 1945 y 1946.

¿Qué ocurrió con FOCA?

La firma de Châteudun ofreció modelos con prestaciones avanzadas en el tiempo respecto a Leica y Zeiss, con una calidad superior a la primera y próxima a la segunda, con una gran diversidad de ópticas y aún mayor de accesorios especializados, incluyendo los propios para investigación y las ciencias, incluyendo un dorso con vidrio esmerilado.

No faltaban ampliadoras y objetivos para las mismas, ni tampoco visores réflex intermedios tipo Leica Visoflex, para objetivos tales como hasta un catadióptrico de 500 mm… También fue suministradora de la Marina Nacional Francesa. Por si fuera poco, fabricó la primera réflex monocular francesa –con la originalidad de hacerlo sin protuberancia para el prisma– e igualmente se llegó a fabricar una preserie de la FOCA SIX, para 6 x 6 cm sobre película 120, con óptica intercambiable. No faltaron modelos «gran público», más baratos, como los FOCASPORT y los FOCAMATIC…

Las FOCA no solo eran avanzadas y bien construidas para la época, sino que también se cuidaba la estética de los más pequeños detalles. © Valentín Sama

Sin embargo, los productos FOCA apenas se exportaron, y de esa forma difícilmente podían darse a conocer fuera de Francia y competir con los productos germanos… Triste historia, en la que –según los autores de «FOCA graphie»– fallaba el marketing… o quizá todavía no se había inventado. El 21 de diciembre de 1964, la dirección de la empresa anuncia el fin de la producción del material FOCA. Desde 1963, «la invasión japonesa» (5) había comenzado.

Un anuncio de época de la FOCAFLEX, la primera SLR francesa, de muy original diseño, como puede verse. © FOCA

Hoy día, el material FOCA puede dar tantas alegrías a los coleccionistas casi como el de Leica, a una fracción de su precio, habiéndose observado un tímido pero paulatino crecimiento del interés por parte de los siempre importantes coleccionistas japoneses. Pero sigue siendo en Francia donde se conserva la cultura FOCA.

Nota: este artículo es una actualización autorizada del publicado en su momento en Albedo Media, y no disponible ya en esa plataforma. A raíz de la publicación del artículo acerca de la Mamiya Six, (1) en el que se realiza una referencia a las cámaras FOCA, he recibido peticiones en el sentido de aportar información sobre esa marca francesa.., ¡y aquí está!



¡Es Historia,amigos!

Por razones técnicas los eventuales comentarios no deben exceder en extensión las 1.000/1.500 palabras, estando sujetos a moderación.

(2) Término acuñado por Patrick-Hervé Pont en 1999 para definir a los amantes y coleccionistas de aparatos fotográficos mecánicos.
(4) Al igual que en los sistemas Leica y Contax, un visor réflex intermedio tipo «Visoflex» permitía usar focales más largas, de 200 y hasta 500 mm.

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