A veces, el impulso de hacer fotos deja al margen las causas de semejante actividad para centrarse en la realización del deseo. Algo parecido sucede con el amor, las amistades, los gustos culinarios o las aficiones. Simplemente nos dejamos llevar por ese afán y disfrutamos de aquello que nos llena emocional o psicológicamente.
Mientras me dedicaba a fotografiar el mundo natural iba conociendo a otras personas con similares inquietudes que recorrían un camino parecido. También leía a otros autores que expresaban los distintos motivos que les llevaban a vivir con la cámara a cuestas. A hacer del mundo una realidad fotografiable año tras año. Y hablaban de la necesidad de mostrar otras realidades más allá de lo común, de perseguir universos soñados, de transmitir «la verdad» o de apostar por captar lo cotidiano como respuesta a una visión del mundo demasiado embellecida. También decían de fotografiar «los márgenes», demostrar que la fotografía miente, documentar lo «invisible», mostrar la subjetividad de cualquier vida, descubrir momentos no decisivos…
© Fernando Puche |
La lista de causas por las que fotografiar puede ser infinita, eso es verdad. Pero en algunos momentos alcanza nuestra mente, a veces sin detenerse demasiado sobre nosotros. Aquí ocurre lo mismo que con otras preguntas: el paso del tiempo cambia las respuestas y matiza las cuestiones.
En mi caso he fotografiado para disfrutar, para sentirme alguien, para exponer mi obra, para publicar, para tener más seguridad en mí mismo, para decirle a los demás «aquí estoy», para ver cosas increíbles, para probar que sirvo para esto, para exhibir mi visión del mundo, para demostrarme que puedo hacer algo más que conducir, llevar una casa, cocinar o trabajar en una empresa. Me faltan cosas, seguro, aunque esta pequeña lista sirve para comprobar que las razones pueden ser variadas y numerosas. Y, sobre todo, muy personales. Cada persona tendrá su lista.
La cámara me permitió al principio comprobar mi valía, mis habilidades técnicas y creativas. Era sobre todo una cuestión de capacidad. ¿Era capaz de hacerlo bien? Por eso hacía fotos.
© Fernando Puche |
Una vez que contestas a la pregunta anterior la siguiente aparece casi de inmediato: ¿Soy capaz de hacer fotos aún mejores? Esto es relativamente sencillo, porque nuestras primeras instantáneas suelen ser más bien simples, sin mucha reflexión, hasta cierto punto impulsivas. Lo de hacer mejores fotos es subjetivo, cierto, pero siempre tenemos en la mente una lista, un baremo, una especie de medida de lo que significa «mejor». Siempre hay alguien que hace mejores fotos que nosotros. Puede ser subjetivo, pero dentro de nuestra cabeza hay una voz que nos susurra cuando algo es más o menos bueno que otra cosa.
Cuando me hice mayor, bastante más de lo que era al empezar a fotografiar y algo menos de lo que soy ahora, la pregunta previa se transformó en otra: ¿por qué la fotografía? Y lo único que he sido capaz de contestar es lo siguiente: porque la cámara me ha brindado un medio –que he sido capaz de desarrollar– para mostrar a los demás mi percepción del mundo.
Todas las respuestas que le he ido dando a la pregunta de «por qué» están en esta.
En esta misma serie:
– Buscando respuestas – Prólogo
Fernando Puche lleva casi cuarenta años haciendo fotos y casi veinticinco escribiendo sobre fotografía. Una cosa llevó a la otra y ambas a publicar libros. Seguramente son excusas para tener la cabeza ocupada, intentar ser mejor fotógrafo y escribir cosas que puedan interesar a los demás. Excusas para seguir experimentando la fotografía.
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