Todas las personas que habían estudiado con él afirmaban que era el mejor maestro.
Nunca dijo si una foto era buena o mala. Nunca si estaba bien o mal iluminada, si estaba bien o mal compuesta, si estaba bien o mal enfocada. Nunca dijo si era fea o hermosa, anodina o interesante, superficial o profunda.
Solo quería que cada estudiante crease la fotografía que deseaba hacer. «Confío en ti –decía–, confío en que esta imagen que me muestras refleje lo que tú sentías al hacerla.» Y cada estudiante marchaba de allí preguntándose si esa foto que había enseñado al maestro era la que realmente necesitaba hacer.
La escuela cerró cuando todo el mundo supo qué buscaba con la fotografía. Y el maestro se dedicó a plantar un huerto y a mirar de noche las luces del cielo.
Imagen: © Fernando Puche
(1) Fernando Puche lleva casi cuarenta años haciendo fotos y casi veinticinco escribiendo sobre fotografía. Una cosa llevó a la otra y ambas a publicar libros. Seguramente son excusas para tener la cabeza ocupada, intentar ser mejor fotógrafo y escribir cosas que puedan interesar a los demás. Excusas para seguir experimentando la fotografía.
Comentarios