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Miranda, que no Mirinda: cámaras japonesas pioneras

Hacia 1960, mientras los responsables de las firmas fotográficas germanas se esforzaban en hacer el mejor producto que fuese, a «toda costa y coste», los industriosos japoneses preparaban ya alternativas quizá menos perfectas, pero sí con soluciones ingeniosas, con calidad más que suficiente y a precios más asumibles. (*) Hoy, voy a volver a hablaros –por alusiones– acerca de algunas de esas cámaras, empezando por determinadas de las menos conocidas en nuestro país, pero significativas históricamente, y también –para mi– a título personal: las cámaras Miranda.

Una Miranda DR desde el punto de vista del usuario. © Valentín Sama

Nota: este artículo es una reedición profundamente actualizada del original publicado hace aproximadamente seis años en Albedo Media (1)

Orígenes: la Miranda T

En agosto de 1955, la firma japonesa Orion Camera Co. lanza la Miranda T, la primera cámara SLR japonesa para 35 mm con visor de pentaprisma a nivel del ojo. Y no solo eso, sino que lo hace intercambiable, por un visor de capuchón. Desde 1949, la Contax S (Pentacon / DDR) y la Rectaflex (Italia), por ese orden por respectivas fechas de patentes, habían sido las primeras cámaras con visor de pentaprisma incorporado no intercambiable, pero en Japón, la Miranda T fue pionera y se estableció como una firma innovadora, que sería muy apreciada no solo por los usuarios, sino más tarde por ciertos coleccionistas.
No obstante fuera de Japón y salvo en U.S.A., nunca fue valorada como cámara al nivel de las Canon, Minolta y Nikon, por citar solo tres marcas: al parecer, lamentablemente parecería que uno no podía tomarse muy en serio una cámara SLR cuyo nombre se parecía al de la famosa –y, por cierto, nada mala– bebida refrescante Mirinda… Y sin embargo, para 1957 las Miranda se habían hecho tan populares, que la firma no daba abasto en la producción y recibieron apoyo por parte de Ricoh, que se encargaba de su montaje.

La Miranda T fue la primera cámara japonesa con visor de pentaprisma, y además lo hicieron intercambiable. Desde el primer modelo –en la imagen una DR de 1962– todos tuvieron esa función excepto el último, la Miranda DX-3. Los objetivos realizados por Soligor, también forman parte del ADN de esta en su tiempo muy avanzada cámara. © Valentín Sama

La Miranda T incorporaba un obturador planofocal de seda engomada, con tiempos de 1/500s a 1 s y «B», con dos escalas de ajustes separadas, así como un espejo sin retorno instantáneo. Los objetivos originales con los que se servía podían ser el Zunow 5 cm f/1,9, el Ofunar 5 cm f/1,9 o el Soligor Miranda 5 cm f/1,9; todos ellos con diafragma de preselección. Para hacernos ya mismo una idea del aprecio de los coleccionistas por las cámaras Miranda, podemos avanzar que, por unidades de la versión en negro (menos corriente) de la Miranda T, se han pagado en subasta –siempre con uno de los objetivos originales– del entorno de los 7.000 € y en el entorno de los 1.500 € por la versión cromada.

Pero hoy voy a hablaros de la Miranda DR, de 1962, mi primera cámara réflex monocular para 35 mm, de segunda mano, eso si… Ya para entonces había acumulado una cierta experiencia con un cámara folding muy sencilla –una Vest Pocket para 6 x 4,5 cm–, con una muy operativa Kodak Retina Ib, y con mi mejor cámara del momento, una TLR Yashica LM para 6x6 cm. Pero disponer por primera vez de una réflex monocular, con la posibilidad de objetivos intercambiables…me abrió –en ese año 1962– todo un mundo, como podéis imaginar.

Miranda DR

La Miranda DR (1962) era el noveno modelo tras la Miranda T (1955), y está claro que los responsables de Miranda Camera Co. (el nombre había cambiado desde el segundo modelo) no se dormían en los laureles y presentaban modelos mejorados, casi al mismo ritmo o quizá más rápido que los fabricantes actuales de cámaras digitales: diez modelos en siete años. La Miranda DR ofrece tiempos de obturación de 1s a 1/500s y «B» y con ello podría decirse que es inferior en ese aspecto a los modelos Miranda A y Miranda A II (1957), Miranda B (1957), y Miranda C (1959), que ofrecían ya hasta 1/1.000s. Sin embargo, la DR sí que retiene otras mejoras de esos modelos, tales como palanca para avance de la película (en lugar de dial), espejo de retorno instantáneo, etc. Entre los avances, una nueva pantalla de enfoque sobre la que hablaré más tarde. El objetivo «correcto» (2) para una Miranda DR es el Soligor- Miranda 5 cm f/1,9 com diafragma semiautomático, si bien también es «correcta» la versión con un Miranda 5 cm f/2,8 siempre que lleve el prefijo «K».

Miranda DR: montura y otros detalles

Las cámaras Miranda se caracterizan, entre otras cosas, a partir de la Miranda A (1957), por su doble montura de bayoneta y rosca. Lástima que esta última no se trate de la rosca universal de Ø 42mm, tipo Praktica, Pentax, etc., sino de Ø 44 mm, lo que de lo contrario hubiese dado todavía ahora a las Miranda una gran versatilidad, pero la firma había arrancado con esa montura de rosca con su Miranda T, y de esa forma se mantenía la compatibilidad con los objetivos de rosca para la misma. La montura de bayoneta se mantuvo hasta el último modelo, la Miranda DX-3 (1976) con distintas mejoras añadidas paulatinamente, como por ejemplo diafragma completamente automático y posibilidad de automatismo de exposición con prioridad al tiempo de obturación.

En la Miranda DR, se empleaba una doble montura, de rosca y bayoneta. Las pantallas de enfoque podían cambiarse, pero solo en taller. © Valentín Sama

Los objetivos de diafragma semiautomático, si bien resultaban un tanto aparatosos, representaban una solución bastante práctica, y fue adoptada por muchos fabricantes. © Valentín Sama

Sin convertir este artículo en un manual sobre objetivos, conviene comentar que antes de la incorporación de los mecanismos de diafragma automático con transmisión del cuerpo de la cámara hacia el objetivo, los fabricantes habían encontrado una solución un poco primitiva pero efectiva: el sistema semiautomático. Un pulsador bastante aparente sobre la montura de cada objetivo, queda enfrentado al disparador de la cámara –ubicado en la parte frontal del cuerpo de la misma, una vez acoplado a la montura de bayoneta. Ese pulsador accionaba el disparador, pero un poco antes del disparo –en su recorrido– hacía que el diafragma se cerrase desde la plena apertura –necesaria para facilitar el enfoque– a la abertura de trabajo preseleccionada. Un poco aparatoso, pero ingenioso y además con un refinamiento adicional: un pequeño tornillo permite a cada usuario calibrar el recorrido –el «gap»– entre acción del diafragma y el disparo.

Miranda DR: los mandos

La Miranda DR es una cámara sencilla, básica, pero no exenta de ciertos refinamientos. A lo primero se refiere tanto el sistema selector de tiempos de obturación como el cuentafotos. El primero se compone en realidad de dos mandos separados pero concéntricos. Por un lado, un dial clásico, de diámetro más bien pequeño, que ofrece ajustes para 1/500s, 1/250s, 1/125s, 1/60s, «X» (flash) y 1/30s. Este selector gira durante el disparo y el armado del obturador y consecuente avance de la película. Se trata de una herencia de las primeras Leica y algo a evitar mecánicamente, pues cualquier roce con ese dial durante el disparo podría interferir con la exposición.

Como es norma en este tipo de selector, los ajustes se hacen tirando hacia arriba y encajando el valor deseado en la muesca correspondiente. Como también es norma, los tiempos de 1/500s y 1/250s (o en su caso 1/1.000s y 1/500s) están dramáticamente cerca y resulta fácil cometer errores al hacer la selección. Lo más curioso es el selector de tiempos largos de obturación…¡no iríais a pensar que la modesta Miranda DR carezca de ellos como si fuese una Zenit!

Pues sí, de forma concéntrica al selector principal, una palanquita giratoria nos permite introducir –con clics– tiempos de 1/15s, 1/8s, 1/4s, 1/2s y 1 segundo. Lo más curioso es que esa pequeña palanca «manda» sobre el dial principal, y a diferencia de otros sistemas en los que las gamas de tiempos de
obturación está dividida en dos diales, no es necesario que el principal esté en una posición concreta para poder introducir un tiempo largo, lo que resulta bastante cómodo.



El cuentafotos, situado por delante de la palanca de avance, es bastante primitivo: va «al aire», y debemos ponerlo a cero a mano, al cargar un nuevo rollo, por pura fricción. Puede apreciarse el selector de tiempos de obturación cortos, y por debajo, el selector de los largos, de 1/15s a 1 segundo. © Valentín Sama

Volviendo sobre el cuentafotos algún detalle interesante: es de tipo aditivo, y gira a la vista al accionar la palanca de armado y arrastre. Ese indicador os puede dar una pista adicional: si es negro con números blancos y el similcuero de la parte central es de color granate –en lugar de negro– al tiempo que el numero de serie en la parte posterior no va precedido de una letra, tenéis en vuestras manos una Miranda DR y de lo contrario, vuestra Miranda o Miranda en ciernes es una Miranda D. Cosas del coleccionismo…

Ahora, nos parece una cosa inútil, pero hace más de medio siglo, sí que nos convenía conocer qué tipo de película tenía una cámara cargada… © Valentín Sama

En el extremo opuesto de este grupo de mandos, encontráis el botón de rebobinado –con palanca rápida– y el clásico recordatorio del tipo de película cargada. Los ajustes disponibles os dan una idea de lo que se consideraba como «disponible», o «disponible en un futuro» en la época: de 25 a 1.600 ASA para negativo en blanco y negro, de 10 a 160 ASA para película en color de tipo «luz día» y de 8 a 125 ASA para película en color para «tungsteno». Supongo que todo esto a los «digitales nativos» les suena a pashtun.
Ni que decir tiene que la Miranda DR no dispone de sistema de medición y es enteramente mecánica.

Esta Miranda DR, de 1962, tiene sus cicatrices, y es que ha visto lo suyo. Aquí, aparece con el objetivo «correcto», el Soligor 5 cm f/1,9. © Valentín Sama

Miranda DR: a fotografiar

La carga de la película no tiene mayor misterio, como no lo tiene el rebobinado, para el que debe mantenerse apretado continuamente el pulsador de la base de la cámara, pero el visor, como se dice ahora, «tiene su aquel». Para una cámara de 1962, la imagen es grande, limpia y razonablemente brillante, con un tallado Fresnel tan fino que nos permite usar para enfocar toda la superficie de la pantalla. En el centro, encontramos dos ayudas: un círculo central de microprismas –muy eficaz, sobre todo con objetivos de luminosidad media/alta– y un aro concéntrico finamente esmerilado, que nos apoyará en cualquier circunstancia.

Dicen que «está feo señalar», pero el visor de esta modesta Miranda DR (1962) es bastante superior al de la famosa Nikon F (1959) si bien no es menos cierto que esta última ofrecía pantallas intercambiables por el usuario y las de la Miranda DR debían cambiarse en taller. El disparo de la Miranda DR es muy agradable: con espejo de retorno instantáneo, ofrece uno de los movimientos –«golpes» se llamaban, no en vano– de los más suaves de las cámaras de la época, algo que hacía a las Miranda muy apreciadas entre los entendidos.

© Valentín Sama

© Valentín Sama

El sistema de visores intercambiables otorga a las Miranda un carácter técnico, científico y práctico muy valioso. Entre las opciones, figura este «Critical Focuser» VF- 3. Para uso sobre trípodes, microscopios, etc., en la posición demás arriba ofrece un aumento de 1.0 x al tiempo que en la de abajo lo ofrece a 1,5 x, permitiendo afinar justo en el centro de la imagen, en las ayudas al enfoque de las pantallas.

Miranda y Soligor: una estrecha relación

Como puede verse, desde un principio –por los primeros objetivos que montaron las Miranda T– se podía sospechar que había al menos una «relación de uso» entre Soligor y Miranda. Y ello era debido a que la firma norteamericana Allied Impex Corporation, bastante poderosa a la sazón por el vasto mercado disponible, importaba cámaras y objetivos de Japón hacia U.S.A. y pronto adquirió el control de –entre otras– las dos marcas mencionadas, llegando a adquirir Miranda en 1960.

Un Soligor Tele-Auto 35 mm f/2,8 en montura de rosca «universal» (Praktica, Pentax, Yashica, etc.), cuyo anterior propietario mimaba con un filtro B+W, ahora ya «vintage». Podéis comparar la estética común al Auto Miranda E de la cámara Auto Sensorex EE de la fotografía de más abajo. © Valentín Sama

Soligor producía también un amplia gama de ópticas válidas para otras marcas, merced a la ingeniosa montura intercambiable «T4», que permitía emplear un mismo objetivo sobre distintas cámaras. Yo mismo tuve, entre otras ópticas, «Soligores» con esa montura, en focales de 400 mm, 85 mm, y 35 mm y en monturas Miranda y rosca 42 mm…que yo recuerde. Siempre es interesante ver el énfasis que ponían estas firmas en que sus objetivos de 50 mm –se usaba mucho lo de «5cm» entonces– fuesen de apertura máxima a f/1,9 y no a f/2, en una acción muy parecida –pero de significado inverso– a la usada actualmente  para los precios acabados en «con 99» (2.999 € por ejemplo). Desde mi punto de vista, los Soligor siempre fueron objetivos honestos, con un buen equilibrio precio/prestaciones.

Miranda: modelos posteriores y un poco de historia

Desde la introducción de la Miranda T (1955) hasta el cierre de la compañía hacia 1978, se produjeron 38 modelos de cámara, esto es, 1,65 modelos nuevos al año. De ellos, 33 cámaras SLR para uso normal, 4 SLR Miranda Laborec para uso de laboratorio (microscopio) y la Sensoret, una compacta de 35 mm con telémetro acoplado. Los orígenes de la Miranda T están en la pequeña compañía Orion Camera Co., fundada por Akira Ogihara (abajo) todavía bajo la ocupación norteamericana de Japón en 1946.
Pronto se le unió Otsuka Shintaro, y desde luego ninguno de los dos era un diletante: ambos, ingenieros aeronáuticos, habían trabajado –entre otras cosas– en el desarrollo de unas bombas volantes a propulsión, al estilo de las V1 germanas, pero tripuladas y evidentemente, suicidas.


Además de los adaptadores y del fuelle de extensión Focabell, Orion comercializaba también un visor réflex, para ser utilizado junto con ese fuelle macro y las cámaras telemétricas. © Orion

Logotipo de la Orion Camera Co.

Tras la guerra, con toda investigación militar cancelada, de la producción de adaptadores, de fuelles de extensión –el Focabell– y de objetivos de montura corta para fuelles, tales como el Supreme 105 mm f/2,8, Ogihara San y Shintaro San pasaron a interesarse por las cámaras réflex monoculares para 35 mm, ya que en abril de 1952 se había presentado la Asahiflex I, la primera cámara japonesa de ese tipo.

Pero la Asahiflex era una cámara con visor fijo de capuchón, al nivel de la cintura y Akira y Otsuka buscaban algo más, pues sin duda conocían ya las Contax y Rectaflex ante mencionadas y tampoco podían ignorar que las Exakta (Kine Exakta 1936) desde el modelo Exakta Varex (Exakta V en U.S.A.) de 1950 ofrecían ya visor de prisma intercambiable por el de capuchón, siendo las primeras réflex en ofrecer esa posibilidad. Así que –tras una fase de I+D– (que no se llamaría así por entonces), para 1954 ya tenían un único prototipo de su cámara con visor de prisma intercambiable, la «Phoenix», algo revolucionario para Japón y muy avanzado para la época, pues solo las Exakta de Dresden ofrecían esa opción.

El primer prototipo de la cámara Phoenix de Orion Camera Co. –después Miranda Camera Co.

Lamentablemente ese prototipo se ha perdido, y solo quedan unas pocas imágenes, reproducidas a partir de un diario de la época. Una de ellas con un objetivo Zunow y en otras con un Tessar adaptado de una Exakta, de cuyas cámaras en parte el equipo de Ogihara y Shintaro parece evidente que se inspiró.

El primer prototipo de la cámara Phoenix de Orion Camera Co. no solo se inspiraba en las Exakta, sino que usaba un Carl Zeiss Jena Tessar 5 cm f/2,8 de una Exakta. Imagen publicada en la revista Shashin Kogyo en noviembre de 1954.

El nombre «Phoenix» no era utilizable para la comercialización por estar ya registrado en Alemania y por alguna razón –que me gustaría conocer– se decidieron por el nombre Miranda, entrañable para mi. Aunque en abril de 1955 se presentó la cámara japonesa «Pentaflex», ésta utilizaba un sistema fijo de pentaespejos (pentamirror) inferior, y por eso fue batida por la Miranda T en agosto de ese mismo año como la primera SLR japonesa con visor de pentaprisma.

Una Miranda Auto Sensorex EE de 1971 junto a la Miranda DR. Puede observarse la evolución estética y técnica: ya no solo se emplean objetivos com diafragma automático, sino que se ofrece exposición automática (TTL) con prioridad al tiempo de obturación. Ahora con un Auto Miranda E 50 mm f/1,8, pero también fabricado por Soligor. © Valentín Sama

© Valentín Sama

La Miranda Sensorex EE (3) y la Sensomat RE son, en cierta forma, herederas conceptualmente, diez años después, de la Topcon RE Super: incorporan las células de medición en el espejo. En estas tomas (4) se pueden apreciar las dos células, bajo unas ranuras parcialmente espejadas; por su disposición –esta es una toma directa, frontal del espejo– tienden a evitar una influencia excesiva de los «cielos» en la medición. Ambas, © Valentín Sama

© Valentín Sama

© Valentín Sama

La Miranda Auto Sensorex EE está dotada de un obturador planofocal de control mecánico –1/1.000 s a 1 s y «B» y por tanto puede usarse incluso sin pila (exposición por estimación), pero no tendréis ningún problema para encontrar la fuente de alimentación, ya que es una pila de 1,5 v y óxido de plata SR-44. Todo ello la hace una cámara muy utilizable y atractiva, siempre que vaya dotada de objetivos compatibles con su montura... no tan comunes.

© Valentín Sama

La Miranda Auto Sensorex EE está muy bien acabada, y no deja de tener una cierta belleza. Puede operar, bien en modo manual, bien en modo automático con prioridad al tiempo de obturación, en el que la cámara introducirá el valor adecuado de abertura de diafragma, con indicación en el visor, por aguja de galvanómetro. Para este segundo modo, ajustaremos el aro de aberturas en el modo EE, donde quedará bloqueado por seguridad... hasta que lo liberemos pulsando sobre botón marcado en la imagen con un asterisco * © Valentín Sama

Un sucinta galería

¿Qué tal rinde en la práctica el Soligor Auto Miranda E 50 mm f/1.8? A través de ese breve ensayo en el entorno de la Plaza de Castilla de Madrid podéis haceros una idea.

Soligor Auto Miranda E 50 mm f/1.8 a f/8 © Valentín Sama


Soligor Auto Miranda E 50 mm f/1.8 a plena apertura Enfoque al fondo © Valentín Sama 

Soligor Auto Miranda E 50 mm f/1.8 a f/8 © Valentín Sama

Sector ampliado al 200% de la anterior : se le ven «las costuras» a la torre... © Valentín Sama

Según mi experiencia, un rendimiento muy satisfactorio, al nivel de lo mejor de las ópticas de focal y luminosidad de la época... excluyendo Leica.

Finalmente

La Miranda DX-3 de 1976 fue la única Miranda SLR sin visores intercambiables y con obturación de control electrónico del obturador y la última Miranda en producirse, al quebrar la compañía hacia 1980. Como ya os había anticipado, las Miranda nunca fueron famosas al nivel de otras marcas, pero existe una firme base de coleccionistas y expertos que están dispuestos a pagar buenas sumas de dinero por determinados modelos. Uno de ellos –aparte de la mencionada Miranda T– es la Miranda T II, de la que al parecer solo se fabricaron unas 600 unidades. Si os encontráis entre manos una de ellas con el objetivo original Arco 5 cm f/2,4, estamos
hablando del entorno de los 3.500-4.000 €.

Miranda DR: experiencias muy personales

Personalmente y tal como he comentado al principio, tengo mi corazoncito para las Miranda, tanto por su carácter de «underdogs» como por haberme iniciado el mundo SLR de 35 mm con ellas cuando era un chico. Hacia 1962/63, recién llegada mi Miranda DR en un paquete a Zaragoza, donde a la sazón vivía yo –la había comprado sin verla en «Foto Cine Lázaro» de Barcelona– tenía un fallo, creo recordar que en la palanca de los tiempos largos de obturación.

Como me había costado muy barata, lo asumí, y alguien me recomendó un mecánico que «operaba» en mi misma calle, bastante más abajo. Poco sabía yo entonces de las implicaciones de ese «operaba». Este individuo –viejo personaje siniestro donde los haya– cuando le comenté que la cámara fallaba, comentó muy despreciativamente …«¡claro, como todas las cámaras japonesas!». ¡Mi pobre primera cámara SLR, comprada con los ahorros de mi magra  pero justa– paga semanal! Debí de haber huido de allí en ese momento como alma que lleva el diablo, pero uno era un chaval poco asertivo y bastante inseguro…

Una cámara sin pretensiones, y muy avanzada para la época. Ésta tiene sus mataduras, pero en conjunto está lo que se dice «used but not abused». Oculta, en el interior del dorso, una pequeña curiosidad… © Valentín Sama

Cuando pasé a recoger mi pobre Miranda, le pagué –me cobró muy poco, dicha sea la verdad– me la llevé y me marché. El ambiente era opresivo, oscuro, como de bombilla de 25 watios, siniestro como el tipo mismo, y ya estaba yo mosqueado. Días después, descubrí algo a lo que todavía no he encontrado explicación racional: ¡este matarife de cámaras había despegado –y vuelto a pegar muy malamente– las dos piezas de similcuero del pentaprisma, cuando –como podéis comprender, al ser
separable– era absolutamente innecesario para acceder a las partes a reparar!.

Siempre me quedé pensando –y lo sigo haciendo ahora– unos cincuenta años después, si lo hizo por puro desconocimiento o por ensañarse con esa «maldita japonesa», llevado de su desprecio. La cosa tuvo su epílogo en cierta forma positiva, pues –encima– la cosa no quedó bien reparada, me lo pensé, me metí…y tras muchos sudores y lucha con el muelle escondido enrollado bajo la palanca de arrastre, lo conseguí arreglar yo mismo. Desde entonces gané un poco de confianza en mi propia habilidad, de la misma forma que descubrí sus límites, y sobre todo adquirí un gran respeto… por los buenos mecánicos, que los hay, aunque cada vez quedan menos.

Una cámara con el obturador calibrado…en 1971.  Valentín Sama

En el interior de mi Miranda DR actual, hay una pequeña sorpresa: una pegatina en la que figura: STPS /
CALIBRATED, y en un espacio por debajo, a mano, un número de referencia y la fecha,
2-1-71. Y el ajuste lo debió hacer un buen mecánico, pues esta DR, aún con sus marcas de uso, va –45 años después– como una seda.

Finalmente: os engañaría si no advirtiese que la Miranda DR que ahora uso y aparece en las fotografías, no es la mía original, sino una que compré más tarde en Bièvres. La primera, se la vendí –junto con mi primera Yashica LM– a un buen amigo de juventud, que a raíz de fotografiar con ella, se enamoró de las Miranda hasta el punto de ir sumando a su equipo nuevos modelos, incluyendo una Sensomat RE y el DX-3 último.

Curiosamente, tal como he avanzado un poco más arriba, hay una Miranda quizá aún menos conocida para los inexpertos que las SLR: la «Miranda Sensoret», una compacta para 35 mm, nada menos que telemétrica. Eso sí, de óptica fija: un interesante Miranda Soligor 38 mm f/2.8. Hoy en día resulta prácticamente imposible encontrar una Miranda Sensoret en estado de funcionamiento; las pocas disponibles son «para piezas». Quiero pensar que los dueños de las funcionales las conservan como oro en paño. Se trata de un modelo con obturación central electrónica, y ajuste de exposición enteramente automático, basado en tres preajustes: normal, grandes espacios abiertos, y contraluces.

© Miranda


La marca de refrescos Mirinda, de origen español y luego adquirida por Pepsi CO., está disponible en casi todas las partes del mundo... si bien en España resulta ahora casi imposible encontrarla en grandes superficies; sólo en¡ ¡eBay y un tienda especializada en... productos japoneses!. Algunos ni han oído hablar de ella, como tampoco de las cámaras Miranda... © Mirinda / Pepsi Co.


Finalmente... ¡esto es lo que espero, que nunca os lean!…


Nota: por razones técnicas, los eventuales comentarios no deberían superar las 2.500 palabras
 


(*) Ver «La Amenaza Amarilla I y II» del mismo autor
(1) Actualmente ya no disponible en ese sitio Web
(2) Este término no es baladí. En el mundo del coleccionismo, es muy importante que determinados modelos de cámara con óptica intercambiable, lleven –en la unidad en cuestión– el objetivo «correcto» si quieren ser altamente valorados. Así, por ejemplo, para que una Olympus M-1 (no una OM-1) valga lo que cuesta, el objetivo – probablemente un 50 mm f/1,8– debe llevar en su aro frontal «M-System» y no «OM-System ».
En algunos casos, más allá de la pura denominación, por ejemplo en el mundo Leica (sobre todo rosca LTM), lo ideal es que al contrastar la numeración de objetivo y cámara, veamos –en las listas al efecto– que ambos correspondan al mismo año de producción.
Y si os tientan las Miranda, un último consejo en confianza: aparte de ser entrañables, pioneras, atrevidas y originales…su construcción no es tan buena como las Nikon, Minolta, Pentax y otras de la época, que acabaron con ellas, y salvo modelos muy especiales, si las vais a comprar para usar, podréis encontrarlas impecables, con objetivo, por precios muy asumibles, como fue el caso de la Miranda Auto Sensorex EE de la fotografía de más arriba.
(3) Producida aproximadamente entre 1971 y 1977
(4) Las manchas rojas, corresponden –fuera de foco– con los extremos de la escala de aberturas de diafragma, ubicada en la parte superior de la pantalla de enfoque.

Comentarios

YO ha dicho que…
Buenas Noches Valentín.
Me parece encantador este relato de las cámaras Miranda y de la tuya en particular.
Y con respecto a las Mirinda, era mi bebida preferida cuando de chaval acompañaba a mi padre y me dejaba tomar un refresco azucarado. Era la que menos burbujas tenía.
Sigue en esta línea.

Luis
JCS ha dicho que…
Sr Sama,
El disparador frontal de la Miranda DR se parece mucho a algunos modelos de SLR de ALPA de los 60 y 70 que normalmente creo que eran ópticas Kern.

Un saludo. JCS
Daryl ha dicho que…

This is a subject near and dear to my heart. While in high school back in the early 70's the yearbook staff had one camera, a Miranda Sensomat. I was very familiar with the brand, my father brought home a Miranda Sensorex for me and while it's build was exceptional I paid more to get a Nikon. But, back to the Sensomat, the camera could not be any more reliable, year after year with many users the camera never failed once. It was a workhorse and mechanically built to very high standards. At the time I also worked in a camera shop and we didn't carry the camera, we stocked Soligor lenses but I can't remember the representative for the company ever presenting the camera to us for evaluation. At the time Minolta had the very popular SRT-101, Canon their FTb, Miranda had a difficult time with such stiff competition. Others that had great cameras were Petri, Mamiya, Rollei, Pentax, Topcon. All these manufacturers made quality mechanical cameras, we didn't know it at the time but the build quality would change when Canon introduced the
AE-1, the first camera (I can remember) that used plastic rather than a metal covering, if felt cheap and the mechanics felt disappointing, yet it went on to become a huge success. To this day when I hold a 1960's mechanical camera and wind the shutter it is with great pleasure to fell the beautiful smooth mechanics.
Valentín Sama ha dicho que…
Desde luego, JCS-
Y no sólo eso, sino muy similar también a la solución empleada en as Exakta, pero «al otro lado».
La verdad es que, a falta de conexión en la propia montura, no debía dase ninguna otra solución práctica.
Además, pienso que esa solución permitía a un fabricante de objetivos crear la óptica de base, para luego añadir una suerte de «zócalo» para sincronizar el cierre del diafragma según cada montura de cámara.
Sí, creo que algunas de las ópticas para Alpa eran de Kern y se añadía «Switar» de Switzerland...
Saludos!
Valentín
Valentín Sama ha dicho que…
Thank you for your heartful insight Daryl. Very, very interesting and enlightening because it comes from an insider of the trade.
Best regards
Valentín Sama

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