Siendo pequeña, quedé impactada por un amigo de mis padres que era un pintor abstracto portugués, con el que pasábamos todos los veranos y varias escapadas al año. Cuando íbamos a su casa en Lisboa, yo tenía una cama en su estudio, rodeada de sus cuadros y de botes de oleo y trementina que inundaban la habitación de un peculiar olor. Era siempre divertido y muy enriquecedor estar con él y su mujer. Me leía a Alberti antes de ir dormir, aquello de «el diablo hocicudo...» Me hacía soñar.
VOGUE Arabia, © Rocío Ramos |
Por cosas de la vida, no conocí a mi tío también pintor, Rafael Hidalgo de Caviedes, pareja de mi tía, hasta los 12 años. Aquel primer encuentro fue la gota que colmó el vaso para decidir por dónde quería seguir estudiando al acabar el bachillerato.
Varios años de academia de dibujo y pintura me condujeron al examen de ingreso a Bellas Artes. Mi intención desde que entré era hacerme pintora como aquellos dos hombres que habían marcado tanto mi camino. Pero en segundo de carrera tuve la suerte de poder elegir una optativa de fotografía. Yo siempre hacía fotos con cámara desechables cuando era pequeña, me gustaba, aun que era más bien un juego. Me pareció una buena optativa, en principio sin mucha complicación ni expectativa de que me fuera enganchar como lo hizo.
Llegados a este punto conocí a Valentín Sama. Me fascinaba todo lo que nos contaba en clase, a pesar de que a veces (sinceramente) no me enteraba de nada y tenía que volver a preguntarle disimuladamente cuando le enseñábamos nuestras fotos tras el revelado en laboratorio.
No olvidaré nunca aquel día en el que había que presentar unos retratos, entre ellos yo llevaba uno de mi madre. Era una foto movida. Yo la había considerado un descarte. Aunque me gustaba mucho, decidí enseñársela. Eran los ojos de mi madre, una luz dura y un poco oscura. Pensaba que me diría que estaba mal y que no tenía interés, pero Valentín la miró y me dijo: es tu madre, muy bonita. Y yo le contesté: sí, pero está movida... (con cara compungida). Y él replicó: no, no está movida, está ligeramente trepidada, y eso le da emoción a la foto, porque es tu madre. Me encantó y nunca olvidaré sus palabras. De hecho, las fotos trepidadas a día de hoy son un clásico de mi trabajo.
Magazine La Vanguardia, Vigo Mortensen © Rocío Ramos |
En una de sus clases, no enseñó el magnifico trabajo de Helmut Newton, del que quedé completamente enamorada. La rotundidad de esas imágenes en blanco y negro, mujeres fuertes, imanes que a pesar de ser de moda contaban una historia. Me pareció una manera increíble de poder yo contar algo. La pintura dejó de interesarme tanto y finalicé la carrera sin a penas tocar un pincel pero lamentablemente tampoco pude acceder a más cursos de fotografía en la carrera (cosas de la burocracia de la facultad).
Al graduarme, el mundo exterior me parecía terrorífico, sentía que no había aprendido nada útil con lo que yo pudiera ganarme la vida. Como seguían en mi mente aquellas imágenes de Newton, decidí hacer un Master de Moda y Publicidad en una escuela que prefiero no mentar en este artículo porque fue una experiencia realmente mala. Lo que si me enseñó la escuela es a batallar con la gente del mundo de la moda, que no siempre iban a ser amables, y también, en cierto modo, a madurar.
VOGUE Arabia, «Deconstruction» © Rocío Ramos |
Los años posteriores al Máster, fueron duros. Mi carácter extremadamente perseverante no me hizo rendirme nunca, aunque hubo momentos muy complicados. Busqué mucho para encontrar mi hueco, sin haber llegado a encontrar mi estilo personal, lo cual no ayudó mucho.
Las puertas en España tras la crisis del 2011 estaban cerradas para mi. Trabajé mucho en mi fotografía, acabé publicando mucha editorial en México para pasar a dar el salto a Italia.
En Italia aprendí a trabajar de verdad, a tener un equipo y trabajar en común. Italia me enseñó mucho. Estuve volando muchos años a Milán, combinándolo con algunos clientes que tímidamente iban apareciendo en España poco a poco.
VOGUE Arabia «Pink» © Rocío Ramos |
Llegó el COVID, y creo que fue de las mejores cosas que me pudieron pasar. Yo estaba en un momento en el que me encontraba muy estancada trabajando para un cliente italiano que no me aportaba nada y no me dejaba evolucionar fotográficamente hablando.
Pude parar y evidentemente, desconectar con aquel cliente que decidió no hacer volar a nadie en ese periodo tan complicado. Creo que hice dos trabajos más para ellos y no pude hacer más porque ya no podía seguir haciendo lo que ellos querían.
Empecé a trabajar mucho para el Vogue árabe, que me dio alas para fotografiar con mi estilo propio, las cosas que yo quería contar y las ideas que yo quería desarrollar. Esto me llevó a trabajar muchísimo más en España de lo que ya estaba trabajado antes del COVID.
Anity Fair Italia «Sport» © Rocío Ramos |
Nada de esto habría sido posible sin mis asistente, especialmente, Dani Gallar, es uno de los mejores técnicos de luces de España, y como no: Nano Hernández. Para mi es primordial poder contar con un buen técnico de luces con el que entenderme y construir lo que está en mi mente.
Por supuesto que la labor del estilista es importantísima; es con el primero con el que elaboro la dirección creativa de la historia que vayamos a contar.
En este particular, no puedo dejar de nombrar a Abraham Gutierrez con el que llevo colaborando para Vogue Arabia desde el 2020. La relación con mi equipo es muy importante, que haya «buen rollo», ya que las sesiones pueden ser de 12 horas, pero también considero que es necesario para que el trabajo sea perfecto.
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En esta misma serie:
Este artículo forma parte de una serie de contenidos que venimos publicando a lo largo del mes de septiembre y hasta primeros de octubre para conmemorar el vigésimo aniversario de este blog «Acerca de la Fotografía», probablemente el más veterano medio independiente sobre fotografía publicado en español de forma ininterrumpida a lo largo de los citados últimos 20 años.
Participarán en esos contenidos algunas de las personas que han contribuido al blog a lo largo de este tiempo, y os recomiendo estar atentos, ¡pues el ritmo para esta reentré está siendo vivo!
La idea general –pero con una total libertad de ejecución para cada autor/a– es dar una idea de cómo hemos visto el transcurso de esos años desde un punto de vista personal de la fotografía. VS
Actividad organizada con la colaboración de CulturaLAB |
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