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70 años fotografiando; 70 años de la Leica M3

Con motivo de la celebración de vigésimo aniversario de este blog «Acerca de la Fotografía», repasé algunos de los productos más relevantes –especialmente cámaras– que fueron introducidos en ese año 2004, el de inicio de este medio.
Así, recordé a las Nikon F6, Zeiss Ikon ZM, Olympus E-300 y Epson RD-1. Todas ellas están fuera de producción hoy día y tuvieron éxito muy dispar; las dos últimas tuvieron corta vida, la Nikon F6 –una fílmica, para mi, «sin alma»– se ha mantenido en producción hasta muy poco por pura y loable cabezonería de la firma, y la Zeiss Ikon ZM, nunca dejó de ser una «wanabee», y no consiguió competir de «tú a tú» con Leica tal como era la intención de sus creadores; y sin embargo hoy por hoy, en «pre-owned» esa cámara japonesa fabricada por Cosina alcanza precios dignos de los de las cámaras de Wetzlar.

© Valentín Sama

Azuzado un poco por la nostalgia –debo reconocerlo– rebobiné aceleradamente hasta el entorno del año 1954 en el que yo comenzaba a tomar fotografías. Y sí, ¡allí encontré un hito: la Leica M3.! Una cámara que celebraba su 50º aniversario justo cuando comenzaba la andadura de este blog personal sobre fotografía y que –lógicamente– ahora, celebra el 70º aniversario. (1)..
Quizá el que mejor refleja la importancia de la Leica M3 es Günther Osterloh, en la introducción de su libro «50 años de Leica M» (2):

«En muchas facetas de nuestras vidas nos hemos acostumbrado a ver o utilizar productos que han permanecido disponibles bajo la misma o casi la misma forma durante muchas décadas. El prosaico "clip" para papel, de alambre curvado, forma parte de este fenómeno, así como la estilográfica "Meisterstück"de Montblanc, la botella de vidrio de Coca Cola, y los vaqueros Levi´s 501, por nombrar unos pocos.

© Valentín Sama

Pero, puesto que no existe nada que no pueda ser fabricado algo más barato (y, por supuesto, con menor calidad), siempre se han dado intentos de reemplazar esos productos por otros diferentes. Pero, a día de hoy, las funciones y el diseño de los originales continuan ofreciendo el rendimiento que hemos venido a esperar de ellos en un uso regular.
Su calidad es impecable; su estilo inconfundible.

© Dave Gandy Creative Commons

Esos mismos atributos se aplican a la Leica M, que celebra su 50º aniversario en 2004 (y el 70º en el momento de escribir esta traducción en 2024). La diferencia, sin embargo, radica en que la complejidad de sus diversos componentes –mecanismos, óptica y electrónica– es notablemente más alta. Aparte de la Leica M, no existe producto alguno en el mundo con una tecnología tan exigente, cuya producción y diseño hayan permanecido casi inalterados durante 50 años (70 en la actualidad).
Debido a que sus funciones se han optimizado continuamente, al tiempo que se han complementado de forma sutil e inteligente con nuevas tecnologías, la Leica M ha retenido, día de hoy las características tan altamente apreciadas por sus usuarios sin perder nada de su atractivo.»

Vicente Cabido, respnsable de formación y experto de producto de Leica España, muestra una Leica M3 junto a la nueva M11-P © Valentín Sama

Y así, la Leica M3 de 1954 sigue siendo un clásico inmarcesible y podemos ver que creaciones tan recientes como la Leica M11-P se basan en el bloque constructivo de la misma, manteniendo una compatibilidad casi absoluta de ópticas.
Pero... ¿como es en realidad una Leica M3 y por qué se tomó la decisión de crearla?

De la rosca LTM 39 a la bayoneta Leica M

Desde el año 1930 al año 1954, no menos de 13 modelos de cámaras Leica con óptica intercambiable se habían producido, sin contar los modelos especiales como los «Reporter», 250, FF, GG y 72. Todos ellos con montura a rosca de Ø 39 mm. (3)
Pero entre tanto, esas cámaras Leica para formato Barnack de 24 x 36 mm sobre película de doble perforación de 35 mm se habían convertido –por sus propias características de base– en cámaras de uso rápido: «de reportaje».

Para esa ágil utilización había unos pocos escollos:
  • El cambio de objetivo, a rosca, no podía ser –lógicamente– todo lo rápido deseable
  • La necesidad de usar «ventanas» de ocular separadas para el ajuste telemétrico y el encuadre, exigía una operación en «dos fases». (4)
  • Otro tanto ocurría por el hecho de que el visor nativo de la cámara sólo mostraba el encuadre para la focal de 50 mm: era necesario emplear un visor accesorio acoplable sobre la zapata.
Por eso, ya desde 1936 se trabajaba en soluciones para todo lo anterior, así como para mejorar aspectos de la precisión de la obturación, la robustez dimensional estática del cuerpo de la cámara, la rapidez del avance la película y la claridad y aumento del visor.
Aunque durante la segunda guerra mundial se impuso a la fábrica una prohibición absoluta de trabajar en nada que no fuese el desarrollo de una cámara aérea militar de gran formato, el ingeniero Willi Stein utilizó diferentes estratagemas para seguir con el desarrollo de lo que –finalmente– sería la Leica M3.
Patentes ya de 1936, pero especialmente de 1941 (visor) y de 1950 (bayoneta) marcan el camino de la Leica M3... y hasta la más reciente M11-P.
La denominación «M» viene de «Messucher» algo así como «visor con medición [de enfoque]», se entiende que «integrado». Algo muy importante, que tiende a obviarse hoy día.

© Valentín Sama

Al diseñar la nueva M3, Hugo Wehrenfennig, que –a la sazón– se encargaba del diseño de los objetivos Leica, y que se responsabilizó también del propio de la montura de bayoneta, pieza clave de la nueva cámara, tomó una decisión: reducir la distancia de registro («flange distance») en un milímetro respecto a la de las cámaras de la firma con montura de rosca, a fin de permitir utilizar –mediante un delgado y sencillo adaptador– los objetivos Leica de rosca sobre la nueva M3 de bayoneta, y ello con perfecto acoplamiento con el telémetro. Esta medida refleja perfectamente la honorable filosofía de Leica de huir de toda forma de obsolescencia programada. (5).

Distintos adaptadores de rosca a bayoneta –1 mm de cortesía por Hugo Wehrenfennig– en este caso manufacturados por Voigtländer:las focales indicadas –por pares, en la imagen, para 28 y 90 mm– nos alertan de que sus muescas activarán los correspondientes marcos de encuadre en el visor de una Leica M. ¡Muy ingenioso! © Valentín Sama

También me parece relevante en ese mismo sentido, que –con la M3 ya en el mercado desde 1954– en 1957 la firma comercializa su Leica IIIg, la que es considerada por muchos como la más avanzada de las Leica con montura de rosca. La IIIg incorporó, entre otras mejoras, alguna de las introducidas en el sistema del visor en la M3. Una de las –a mi juicio– mayores curiosidades, es que a mediados/finales de la década de 1950 se produjeron algunas IIIg...¡con montura de bayoneta!
Tan sólo un año después de la presentación de la Leica M3 en 1954, se habían vendido 50.000 unidades, y para 1966 se habían producido más de 226.000.

La Leica M3 en detalle

Mi unidad de Leica M3 de este estudio, con el número 746.180 fue producida en el año 1955 y pertenece aproximadamente al final de la primera serie, que comenzó con el número 700.000.
Así, se caracteriza por la palanca de avance de la película «de dos golpes» y la ausencia de selector manual de marcos de encuadre en el visor (disponibles en todo caso en la M3 para 50 mm, 90 mm y 135 mm).

Atención al número del contador... © Valentín Sama

El selector de tiempos de obturación, ofrece todavía los valores normalizados germanos de 1/1.000s, 1/500s, 1/250s, 1/100s, 1/50s, 1/25s, 1/10s, 1/5s, 1/2s, 1s y «B». Más tarde, pasaría al sistema internacional actualmente vigente. El selector incorpora una ranura para acoplar/alinear un exposímetro accesorio de la serie «Leicameter», y es libre de giro durante el disparo, a diferencia de los modelos anteriores de rosca
Detalles menos aparentes son los tornillos que sujetan la cubierta superior –dos delante y dos detrás– que desaparecerían posteriormente, así como los bonitos ojales triangulares para la correa.

Una impresionante placa de presión en vidrio © Valentín Sama

Uno de los avances principales de la M3 respecto a los modelos de rosca se refiere a la carga de la película, Así, aún cuando ésta debe hacer por abajo, retirando la famosa (o... infame) tapa inferior, desde la M3 (ver imagen, arriba) un dorso abisagrado en la parte superior permite guiar la película en el acoplamiento y comprobar que sus perforaciones engranan adecuadamente en la rueda dentada. Un avance notable... 
Una curiosidad exclusiva de esta primera serie es la placa de presión para la película realizada... ¡en vidrio ahumado! Que yo recuerde en este momento, sólo la Periflex de Corfield (abajo) comparte esa característica.

Corfield Periflex: una peculiar cámara con montura LTM39 y enfoque periscópico invertido Nada que ver con los acabados de Leica, pero muy original. © Valentín Sama

¿Una placa de presión en vidrio? Afirmativo: en 1953 © Valentín Sama

El contador de fotos, tras una ventanilla de aumento, es de puesta a cero automática una vez que se extrae la bobina receptora de la película para la carga de la misma, no al levantar el dorso... ¡muy curioso! Y sí: afinando en la carga de la película, se pueden llegar a sacar hasta cerca de 40 fotogramas de un rollo de película, tal como sugiere el contador (ver imagen, más arriba).
Por su parte, un punto rojo excéntrico en el botón de rebobinado nos permite comprobar el correcto avance de la película.
En el dorso, en la parte media, un bonito dial recordatorio permite registrar -con ajustes por «clics»– la sensibilidad de la película cargada –entre 3 y 400 ASA, así como su clase: B/N, color luz de día, o color tungsteno.

© Valentín Sama

Película en color «luz día»... ¡de 3 ASA! © Valentín Sama

En la parte superior, de ese dorso encontramos dos zócalos independientes para sincronización de flash electrónico y bombillas fungibles, ambos con sujeción por presilla. Para usar cables modernos hace falta un adaptador.
En la parte frontal podemos ver, además de la palanquita de desembrague para posibilitar el rebobinado, la palanca del autodisparador, que permite optar por tiempos de retardo comprendidos entre 5 y 10 segundos.
En unidades posteriores, desde aproximadamente finales de 1955, se incorpora la palanca que permite introducir –para su previsualización, antes de cambiar objetivos– de los distintos marcos de encuadre; se trata de una palanca –a la izquierda de la montura según el usuario– que se mantiene hasta los más recientes modelos digitales de la firma.

En esta unidad de M3, a la izquierda del objetivo (según el usuario), se aprecia la palanca del selector manual de encuadres según las focales © Valentín Sama 

El visor de la M3

Junto con la montura de bayoneta, el visor es elemento clave que catapultó a las Leica hacia la supremacía en el campo telemétrico.
Los diseñadores del visor presumen principalmente de su «aumento» de 0,91X, esto es, casi tamaño natural, así como de su claridad. El visor muestra siempre el marco luminoso para la focal de 50 mm, al tiempo que los marcos correspondientes a las focales de 90 mm y 135 mm se muestran adicionalmente al acoplar una de esas dos focales.
La base física es de 69,25 mm lo que nos daría una base eficaz de 63,017 mm.

El visor telemétrico: nada menos que cuatro lentes en dos grupos, un prisma divisor de rayos compuesto por un prisma y un segundo con una cara que obedece en una de sus caras, a una lente tallada, a lo que se suma un prisma de techo para la inversión de imagen vertical y horizontal. A ello habría que sumar –además de una ventana opal– elementos mecánicos, tales como las máscaras para la proyección de los marcos de encuadre, realizadas en metal de entre 60 y 80 micras. Un dispositivo muy caro. © Leica

Y... sí: un precio a pagar por ese «aumento» de 0,91X es que para poder acceder al marco de encuadre correspondiente a un objetivo de 35 mm de focal es preciso acoplar –sobre las ventanas de visor y telémetro– un aparatoso y costoso  accesorio, las famosas «gafas». Ello resultaba poco práctico para los reporteros especialmente.
Así, para modelos posteriores, a partir de la M2 (1958), Willi Keiner sacrificó el valor de 0,91X para bajarlo a 0,72X (6) para poder ofrecer, en el visor, también marco de encuadre para 35 mm y más tarde, en la M4-P, para 28 mm, 35 mm, 50 mm, 75 mm, 90 mm y 135 mm (en pares).

Nada nos impide utilizar un moderno objetivo aesférico, Voigtländer Color-Skopar 28 mm f/2.8 de este mismo año 2024, que acopla telemétrica e impecablemente con la M3 junto con un visor externo, en este caso de Carl Zeiss © Valentín Sama

El objetivo Summicron 5 cm f/2

Este es el objetivo que «corresponde» de forma natural a la Leica M3 Nº 746.180. Con la numeración 1125282 fue producido en el año 1954. Derivado del Summitar 5 cm f/2 de 1939, este Summicron retráctil incorpora tres lentes en vidrio de lantano, desarrolado originalmente en el laboratorio experimental de de vidrios de Leitz, y más concretamente del tipo LaK9 producido por el reconocido fabricante germano Schott.


© Valentín Sama

© Valentín Sama

Retráctil, revestido, compuesto por siete lentes en seis grupos, dispone de un diafragma de 10 palas –de abertura muy circular– ajustable por «clics» entre f/2 y f/16, siendo la distancia mínima de enfoque muy ligeramente inferior a 1 m.
La escala de profundidad de campo es generosa –con valores para cada uno de los ajustes de abertura de diafragma– al tiempo que las distancias de enfoque abarcan una escala muy amplia, incluyendo marca para infrarrojo.

A plena apertura, (arriba) el viñeteo es muy discreto para un objetivo de su luminosidad y fecha de desarrollo © Valentín Sama

Maravillas de la tecnología: aunque el objetivo no lleva –lógicamente– codificación a 6 bit, en un cuerpo digital se deja introducir manualmente un perfil vía menú de la cámara, que hace delicadas correcciones nada invasivas de ese viñeteo © Valentín Sama

Una advertencia importante: al igual que en una gran parte de los objetivos de esta época, tanto el vidrio de las lentes exteriores –sobre todo la frontal– como los revestimientos antirreflejos (si los hubiere) son extremadamente blandos y delicados y por lo tanto susceptibles de ser rayados si se hace cualquier limpieza que no sea profesional y extremadamente cuidadosa.

Fotografiando con la Leica M3

La primera sensación al tomar la Leica M3 en la mano es de contundencia, solidez, precisión... aún habiendo manejado cámaras fílmicas del mismo fabricante, como por ejemplo, la M4-P. Con la M3, la sensación es superior. Quizá el mayor peso, de 603 gramos frente a los 542 gramos de la M4-P sea, en parte, responsable. En «orden de marcha», junto con el Summicron 5cm f/2, y un rollo de película, el conjunto se pone en 888 gramos.

Con el Summicron 5cm f/2 ya extendido, en posición de disparo: 832,5 gramos de precisión mecanoóptica © Valentín Sama

Ese sentimiento se acentúa con el suavísimo disparo, y la sedosa acción de la palanca de avance de la película, que –como es sabido, para esta primera serie– requiere de dos «golpes» de palanca. Por cierto: no le encuentro ningún problema al sistema, antes al contrario... salvo quizá una peculiaridad: la separación entre fotograma y fotograma –aunque increíblemente precisa y repetible, es muy reducida, lo que supone una cierta dificultad a hora de cortar los negativos en tiras una vez revelados. La separación entre fotogramas es apreciablemente mayor en modelos tales como el M4-P.

Arriba, espaciado entre fotogramas de una Leica M4-P, abajo, el de una Leica M3 © Valentín Sama

Encuadrando y enfocando por el visor de la M3

Tanto se ha hablado de sus bondades, que la primera vez que asomamos el ojo por el visor de la M3 sufrimos una muy pequeña decepción. La razón no es otra que estamos –muy probablemente– mal acostumbrados con nuestros más recientes modelos de Leica M digitales, en los que el visor y el telémetro se han ido beneficiando de las mejoras que suponen los vidrios de mayor transmitancia y los multirrevestimientos, que mejoran luminosidad, claridad y contraste.
Es cierto que la imagen es muy grande, y además, el marco de encuadre nativo –para la focal de 50mm– al ocupar casi todo el espacio, permite encuadres muy precisos. Ni que decir que el visor incorpora corrección automática de paralaje.

Vista real de los marcos de encuadre de la M3 a través de su visor. Aquí aparecen los correspondientes a las focales de 50 mm y 90 mm © Valentín Sama

© Valentín Sama

Uso del ocular con gafas... uhmm... © Rafael Roa

Pero... me gustan menos las esquinas redondeadas de ese marco rectangular, una tendencia –por cierto–muy común en esa década, incluso para las cámaras réflex. En lo que respecta a poder ver el marco completo –con gafas– de forma cómoda... no con las mías, desde luego, que no tienen nada de especial.
Esas son las únicas pegas que por mi parte puedo poner a este hito histórico.

© Valentín Sama

Y sin embargo hay que destacar una ventaja adicional importante de ese factor de 0,91: con los objetivos de 90 mm de focal el marco ofrece un tamaño mucho más favorable que con los visores posteriores de 0,72X... ¡bien!
Por su parte, los «parches» del telémetro ofrecen buen contraste y el enfoque no se hace difícil.

Cambiar de óptica

Respecto a la bayoneta, poco más se puede decir que se ha mantenido casi inalterada (7) desde esta M3 a los modelos Leica digitales más modernos.

Puede observarse, además de la bayoneta para el acoplamiento sobre la cámara (cromo), la bayoneta interna para fijar el objetivo en la posición extendida de toma (negra). © Valentín Sama

Desde un principio se diseñó para poder hacer cambios muy rápidos y así es: el giro necesario es mínimo y todos los objetivos –nuevos y antiguos– encajan con suavidad, seguridad y un reconfortante «clic» final. Recordemos que acoplar un objetivo de una focal concreta activa –en el visor de las Leica M– el marco de la focal correspondiente. (8).
El hecho de que que –en esta cámara de hace 70 años– acople con precisión el último objetivo de 2024, incluso con el telémetro, y a la inversa, su objetivo de 1955 sobre un cuerpo M de 2024... ¡«no es magia… es el concepto Leica M»!

Una Leica M3 con un objetivo muy reciente apocromático Voigtländer APO-Lanthar 50 mmf/2 y una moderna Leica Monochrom con el Summicron 5cm f/2 de la primera. Compatibilidad absoluta tras 70 años. Y... sí: determinados objetivos retráctiles pueden usarse sobre cuerpos modernos. (9) Resulta un caso emotivo que Voigtländer utilice el término «Lanthar» ® en sus objetivos, derivado de un tipo de vidrio óptico desarrollado por Leitz en su laboratorio experimental hacia 1948 © Valentín Sama

«Collarín de seguridad» para objetivo retráctil, cortado a partir de un bote de película de 35 mm (el corte longitudinal para acoplarlo, queda en la parte posterior, en la imagen.Elegante, ¿no? 😉) © Valentín Sama

Rebobinar

Con la palanquita frontal desplazada a la posición «R» («Rückspulen») levantaremos parcialmente el mando de rebobinar... y entenderemos por qué en modelos posteriores –desde la M4 de 1967– se implementó el rebobinado más rápido mediante una palanca desplegable.

© Valentín Sama

¿Qué tal se comporta la Leica M3 y su Summicron 5cm f/2 sobre las emulsiones actuales? ¡Eso ahora mismo lo vamos a ver!

Ilford FP4 Plus RO9 1+50 © Valentín Sama

Ilford FP4 Plus RO9 1+50 Filtro rojo (5X) © Valentín Sama


Ilford FP4 Plus RO9 1+50 © Valentín Sama

Ilford FP4 Plus RO9 1+50 © Valentín Sama


Kodak Pro Image 100 © Valentín Sama

Kodak Pro Image 100 © Valentín Sama

Kodak Pro Image 100 © Valentín Sama

Kodak Pro Image 100 © Valentín Sama

Combo Leica Monochrom Typ 246 y Summicron 5cm f/2

¿Qué tal se comportaría esa óptica «vintage» de 1954 sobre una cámara digital de sensor monocromático fabricada 61 años más tarde, en una combinación que se muestra en una imagen anterior, más arriba? Dicho y hecho; primero, veamos unas muestras (todas las imágenes se dejan ampliar haciendo clic):

Nota: el ISO mínimo de la Typ 246 es de 320

ISO 320 F/.6 1/1.000 seg © Valentín Sama

Con luz uniforme a la sombra, con un sujeto plano, la capacidad de reproducción de detalle es realmente notable.

ISO 320 f/2 a 1/4.000 seg © Valentín Sama

El obturador de la Monochrom Typ 246 permite explotar esa apertura máxima de f/2 sin necesidad de emplear filtros ND. El enfoque está realizado –obviamente– sobre el frontal iluminado del muro de hormigón. El bokeh es una cuestión de gusto personal, pero a mí, me encanta el rendimiento de esta óptica. Os pongo otro ejemplo a continuación...

«Dicen que con una telemétrica resulta difícil enfocar»... ISO 320 f/2 a 1/4.000 seg © Valentín Sama

ISO 320 f/5.6 a 1/180 seg © Valentín Sama


ISO 320 f/11 a 1/125 seg © Valentín Sama

Muy buen rendimiento para luces y sombras. No es de extrañar para una focal de 50 mm, pero sí a tener en cuenta: f/11 sería el límite para no entrar en zona de difracción, que –para f/16 y en esta óptica– se hace ya bastante apreciable. Muy probablemente por eso el Summicron 5cm f/2 no cierra a f/22.

ISO 1.250 f/5.6 a 1/60 seg © Valentín Sama

ISO 320 f/5.6 a 1/250 seg © Valentín Sama

Como no todo pueden ser cosas positivas, esta óptica, al igual que la mayoría de la época, es propensa al «flare» en situaciones de luz de contra, abajo:

ISO 320 f/5.6 a 1/750 seg. Con luz ligeramente en contra, el «flare» invade parcialmente las sombras.  © Valentín Sama


Leica M3: conclusiones

Tal como reflejo un poco más arriba: manejar una Leica M3 es experimentar el placer de emplear 832,5 gramos de precisión mecanoóptica.
No niego que –en modelos posteriores– se añadiesen refinamientos tales como marcos de encuadre para focales como 28 mm, 35 mm, 75 mm, medición TTL, etc., pero incluso el sistema de avance del fotograma por «dos golpes» me resulta más «fino» que el de «un golpe», posterior.
Por otro lado, que una cámara con 70 años «a sus espaldas», tras una simple revisión, opere con la máxima precisión, nos habla mucho de la soberbia calidad de diseño, ingeniería, fabricación y montaje, así como de la cuidada selección de materiales. Por cierto: nunca agradeceré lo suficiente a Leica que –para sus creaciones– haya huido de las nefastas juntas de gomaespuma empleadas por otros fabricantes.
Si quieres experimentar el disfrute de «lo más genuino» de la experiencia «Leica M», aunque no la única, una M3 representa una excelente opción.

Por razones técnicas los eventuales comentarios no deben exceder en extensión las 500/600 palabras. Los comentarios están sujetos a moderación: obviamente, deben atenerse al contenido de cada artículo y seguir las normas elementales de respeto y cortesía. 


(1) Probablemente el más veterano blog sobre fotografía, en español, publicado ininterrumpidamente, si bien mi presencia en Internet con medios propios es anterior, remontándose al menos al año 2000.
(2) «50 Years Leica M». Günter Osterloh. Bilingüe inglés/alemán. ISBN 3-89880-353-8
(3) «Leica Thread Mount 39 o «Montura Leica de rosca de Ø39 mm»
(4) Primero enfocar con el telémetro por una de las ventanitas del ocular y luego encuadrar por otra. Según evolución de modelos estaban más o menos separadas.
(5 Sólo algunos objetivos retráctiles y especiales –como el Hologon– pueden ofrecer incompatibilidad.
(6) En el equipo estuvieron también Erich Mandler y Heinrich Schneider. Mandler se haría famoso más tarde por su brillantes diseños ópticos desarrollados en Leitz Canada.
(7) Se ha añadido un lector óptico de códigos a 6 bit para poder identificar objetivos, pero la compatibilidad de acople es total
(8) Dentro de los disponibles en ese modelo
(9) El miedo es dañar el obturador o parte de la cámara oscura con la parte posterior de un objetivo retraído lo que –en muchas ópticas– no es el caso. Pero, en la duda, es algo tan sencillo como acoplar y desacoplar el objetivo siempre extendido, y además, una solución muy sencilla es colocar un collarín temporal «DIY» (ver imagen, más arriba) en el objetivo extendido, que impida manipularlo por error.




Este artículo forma parte de una serie de contenidos que venimos publicando a lo largo del mes de septiembre y hasta primeros de octubre para conmemorar el vigésimo aniversario de este blog «Acerca de la Fotografía», probablemente el más veterano medio independiente sobre fotografía publicado en español de forma ininterrumpida. a lo largo de los citados últimos 20 años.
Participarán en esos contenidos algunas de las personas que han contribuido al blog a lo largo de este tiempo, y os recomiendo estar atentos, ¡pues el ritmo para esta reentré pienso que será vivo!
La idea general –pero con una total libertad de ejecución para cada autor/a–  es dar una idea de cómo hemos visto el transcurso de esos años desde un punto de vista personal de la fotografía. VS

Actividad organizada con la colaboración de CulturaLAB


En esta misma serie:

Comentarios

JCS ha dicho que…
Sr Sama, siendo usted un mas que experimentado usuario de cámaras de todo tipo y en este caso de Leica, me sorprende que ponga tanto énfasis -lo he leído también en otros sitios- en la sensación de precisión superior de la M3 en comparación con modelos posteriores de la linea M.
Teniendo en cuenta que esa sensación es una consecuencia de la mecánica implicada no me explico cual podría ser la fuente de la misma. En los años 50 prácticamente no existía el control numérico en las herramientas de mecanizado, la medición dimensional de las piezas se hacía con medios mucho mas rudimentarios que en décadas posteriores ¿A que se puede atribuir esto? tolerancias más estrictas, mejores materiales, mejor control de calidad ?...
O se lo atribuimos al milagro económico alemán de la posguerra?
Un saludo y gracias.
JCS
Valentín Sama ha dicho que…
Pues...ahí se platea un cuestión muy intresante.
He rebuscado en la literatura y no encuentro ninguna referencia al respecto. Una clave podría estar en esa fina separación entre fotograma y fotograma en el caso de la M3; en mi opinión hace falta más finura y precisión de avance para ello que con el margen que ofrece una separación mayor.
También es posible que la producción de mayor número de unidades por periodo de tiempo exigiese tolerancias mayores o quizá las M3 estuviesen más ajustadas a mano unidad por unidad...
Necesitamos alguien más experto que yo para que nos oriente...
¡Saludos!
JCS ha dicho que…
Sr Sama, he tenido oportunidad de usar durante un par de semanas una Rolleiflex 3.5C de 1956 y la única palabra que encuentro para describir su acabado es Soberbio, también tuve la oportunidad hace tiempo de tirar un carrete con una Contarex (Cíclope) de 1959 o 1960 y lo mismo ,la calidad de acabado y sensación de precisión me parecieron extraordinarios -aunque con una ergonomía extraña para mi gusto-
En esos tiempos la industria alemana no tenía rival eran su propia referencia, eso cambió en los 60 con el tsunami japonés, productos de muy buena calidad y a precios mas bajos, tal vez eso obligó a bajar el nivel de exigencia en cuanto a la calidad para mantener la competitividad.
Es solo una presunción.
Erwin Puts también ha escrito sobre el feedback táctil que ofrece una M3, así que habrá que creérselo.
Un saludo.
JCS
Valentín Sama ha dicho que…
¡AjÁ, JCS,
Tengo que buscar esa referencia de Erwin Puts...
Por suerte fui comprando todos sus libros.
¡Saludos!

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