He comentado en más de una ocasión que durante años las buenas fotos estaban donde mis autores preferidos habían hecho las suyas. Eso significaba viajar mucho y muy lejos. El viaje como parte indisoluble del proceso fotográfico. Alguien dirá que eso no tiene por qué ser así, y le sobra razón. Yo tardé en descubrirlo y, sin embargo, no me arrepiento de nada.
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© Fernando Puche |
Comprender que mi obra no podía depender de las distancias fue una liberación, y no ocurrió visitando el Tíbet ni después de un curso de meditación. Fue leyendo en casa, mirando mi obra, preguntándome cómo ir más allá de lo que captaba con la cámara. El monje trapense y teólogo Thomas Merton, por ejemplo, dejó escrito que el verdadero viaje de la vida es interior. Fue así como me di cuenta de que la fotografía es un viaje de autoconocimiento.
Esto no ha de valer para todo el mundo, pero me apetece contarlo porque a mí me aportó un nuevo sentido de la práctica fotográfica.
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Fernando Puche lleva casi cuarenta años haciendo fotos y casi veinticinco escribiendo sobre fotografía. Una cosa llevó a la otra y ambas a publicar libros. Seguramente son excusas para tener la cabeza ocupada, intentar ser mejor fotógrafo y escribir cosas que puedan interesar a los demás. Excusas para seguir experimentando la fotografía.
Abecedario fotográfico para tiempos líquidos: «A», de Afecto / «B», de Barrera / «C», de Concepto / «D», de Deseo / «E», de Evolucionar / «F», de Fracaso / «G», de Guiar / «H», de Herencia / «I», de Implicación / «J», de Juicio / «K» de Kilo / «L» de Lugar / «M», de Memoria / «N», de Narciso / »Ñ», de Ñora / «O», de Ostracismo / «P», de Pregunta / «Q», de Quimera / «R», de Revisión / «S», de Subjetividad / «T», de Tiempo / «U», de Umbral/
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